Se unen empresarios de Brasil y la Argentina (pero contra China)

Argentina – 01/08/2011 – Ambito Financiero – Pág. 16 – Tiempo de Lectura: 3′ 06»
 
La hora del proteccionismo parece haber retornado a América Latina: los empresarios de la Argentina y de Brasil que se reunieron el viernes en Brasilia en el marco del encuentro entre las presidentes Cristina de Kirchner y Dilma Rousseff convinieron de manera informal que habrá que cerrar filas contra la posibilidad de que China envíe hacia la región sus excedentes de producción. La inquietud había sido traída por las presidentes desde Lima, donde habían asistido a la asunción de su par peruano, Ollanta Humala.
Allí, el mandatario colombiano, Juan Manuel Santos, fue el primero en advertir este fenómeno. Los cancilleres de la Unasur tratarían este tema en la reunión que celebrarán el 25 de agosto en Buenos Aires. La visita de Cristina a Brasilia, para inaugurar la nueva embajada argentina, sirvió para que empresarios como el petrolero Carlos Bulgheroni, Eduardo Eurnekian (Grupo América), el constructor José Cartellone, el presidente de la UIA, José Ignacio de Mendiguren, Hugo Sigman (Grupo Chemo), el mendocino Enrique Pescarmona y Cristiano Rattazzi (Fiat) se vieran las caras con pares brasileños, con los que ya deberían haber dado forma al Consejo Empresario Argentino-Brasileño. Este protoorganismo, que todavía no tiene forma, estructura o autoridades, fue consagrado por Cristina y Dilma; el primer paso hacia su efectiva constitución se daría el miércoles, cuando el «capítulo argentino» se reúna en la sede de la UIA. Lo apretado de la agenda y la urgencia por regresar a Buenos Aires impidieron un encuentro «a solas» de los empresarios, pero en las charlas informales -sobre todo en el almuerzo que compartieron las presidentes en Itamaraty- hubo acuerdo en que el avance de la crisis internacional podría redundar en una invasión de productos de China, que vería menguadas sus ventas a Estados Unidos. Los empresarios también hablaron de la «preocupante revalorización de las monedas» de los países de la región, como factor que abriría las compuertas al ingreso de productos extrazona. El objetivo de este grupo, cabe recordarlo, era explorar las posibilidades de emprendimientos binacionales para exportar a terceros países. El otro tema central que discutieron los empresarios fue la guerra comercial que separa hoy a ambos países. Las dos partes trataron de quitarle dramatismo y hubo consenso en que se trataba de un tema «coyuntural». A este clima contribuyó Rattazzi, que contó a sus contertulios que ese mismo día -algo difícilmente atribuible al azar- la Aduana brasileña había permitido el ingreso de 3.400 de los casi 10.000 vehículos Fiat que estaban detenidos en la frontera. El empresario automotor recordó que llegó a tener «casi 20.000 autos sin poder entrar a Brasil», pero que de a poco el tema iba solucionándose. Por su parte, Sigman explicó que cerca de Brasilia estaba en plena construcción una planta como parte de un «proyecto binacional», en la que se hará investigación y desarrollo de productos medicinales. A su turno, Pescarmona contó por enésima vez sus proyectos de energía eólica en Brasil, generosamente financiados (¿subsidiados?) por el BNDES, el banco oficial en el que las empresas brasileñas se fondean a tasas por debajo de las de mercado, modelo que muchos empresarios argentinos aspiran a replicar a nivel local. Hubo alegría en algunos e incomodidad en otros cuando Cristina en su discurso dijo que «no hay que enfriar la economía, sino calentar la inflación», citando de manera casi literal a su flamante amigo De Mendiguren. El titular de la central fabril no ocultó su satisfacción, pero otros -como Pescarmona-, que privilegian invertir en el exterior, vivieron ese pasaje del «speech» presidencial como un velado ataque. El viernes a la noche -después del ágape en la embajada con la casi sorpresiva presencia de Lula da Silva- la estampida fue casi inmediata: los empresarios, todos ellos llegados en sus aviones privados o invitados por quienes los tienen, recordaban la hora y media de amansadora que habían padecido en su arribo a la capital brasileña. La otra queja escuchada en el VIP del aeropuerto Juscelino Kubitschek fue el alto precio del combustible de avión en tierras brasileñas.
Por: Sergio Dattilo
Cristina de Kirchner y Dilma Rousseff

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