Un banco de desarrollo

Argentina – 09/06/2011 – La Prensa – Pág. 19/Sección: Opinión – Tiempo de Lectura: 2′ 11»
 
La creación de un banco de desarrollo es impulsada por el Gobierno en busca de facilitar el acceso al crédito sectorial y movilizar el capital social productivo.
Si bien es una idea que se viene postergando desde principios de la actual gestión, los últimos informes del Banco Central que reflejan la poca importancia que les da la banca privada a los préstamos corporativos, han incidido en el Gobierno para impulsar la creación de un banco estatal dirigido a financiar a las empresas, tal como lo hacía el Banco de Desarrollo en su momento, remarcando que para que el impulso estatal al consumo no resulte en una mayor inflación, es necesario impulsar la oferta de bienes y servicios. El anuncio, formulado en el foro de la cadena de valor de bienes de capital, en el marco del Plan Estratégico Industrial 2020, debe contemplar el contexto económico preservando de la competencia desleal a la producción local e instrumentar incentivos fiscales y continuar aportando financiamiento para proyectos vinculados a capacitación, investigación, desarrollo y valor agregado. Con ese objetivo se incrementaría la oferta de financiamiento blando, garantizando la defensa del mercado interno en una articulación entre el Estado y los privados para traccionar la producción local de bienes de capital a través de la inversión empresaria en busca de nuevos actores para generar mayor competitividad y así ofrecer precio y calidad. Para ello será necesario que todos los participantes alcancen un acuerdo respecto a los objetivos de desarrollo del banco y el criterio a emplear al determinar el financiamiento de iniciativas específicas. Si tal acuerdo fuese posible, los beneficios para negocios, comunicaciones, desarrollo, empleo y mejores estándares de vida serían importantes. La erogación de créditos conforme al modelo de los organismos multilaterales implica condiciones especiales. Con los créditos de la banca privada internacional, las condiciones comúnmente incluyen reformas estructurales, tales como la privatización de activos estatales, la apertura de los mercados y la reducción de subsidios. La verdadera preocupación sobre la posibilidad de un banco para el desarrollo, es que las condiciones políticas y macroeconómicas ligadas al otorgamiento de créditos no queden moldeadas por conveniencias políticas, algo que sería perjudicial para el funcionamiento bancario e incidirá en la viabilidad del sistema. La conclusión es que el potencial banco de desarrollo podría ser una buena oportunidad para que el Gobierno dé buen uso a los activos sociales, para el desarrollo de proyectos a largo plazo que beneficien al país, pero sólo si no tiene motivaciones ideológicas. Si bien es cierto que sin un sector productor de bienes de capital con estándares internacionales es imposible contar de una industria nacional competitiva, la instrumentación de nuevas modalidades de financiamiento debe ser aplicada cuidadosamente e integrarse al circuito financiero de modo positivo.

(Editoriales y Opinión)

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