Tractores y alimentos, centro del conflicto con Brasil por las trabas
EMPRESARIOS VECINOS PRESIONAN PARA QUE SE APLIQUEN REPRESALIAS
Los industriales brasileños le llevaron un informe al gobierno de Dilma.
Pero, cómo quejarse fuerte si Brasil vende en Argentina 30.000 millones de dólares anuales y 90% de ese valor corresponde a productos industrializados. En las oficinas del Ministerio de Desarrollo e Industria, comandado por Fernando Pimentel (gran amigo de la presidenta Rousseff), y en la sede de la diplomacia de Itamaraty se empeñan en buscar soluciones, pero sin entrar en confrontación abierta con sus pares argentinos.
En estos temas la jefa de Estado no admite voces que no sean la suya para fijar posiciones. Es que la relación con Argentina posee un denso perfil geopolítico.
Pero una cosa es el gobierno y otra los privados. En la Federación de Industrias del Estado de Sao Paulo (FIESP) señalan que el comercio bilateral está bajo asedio en varios frentes: desde multas que aplican a los transportadores hasta trabas sanitarias. Directivos de esa entidad han dicho que entre los colaboradores de Dilma crece la tendencia a querer aplicar represalias al estilo de «ojo por ojo».
Según afirman los empresarios muchos proponen «pagar (a los argentinos) con la misma moneda».
El problema mayor está localizado en el sector de maquinaria agrícola. Una senadora federal de Río Grande del Sur comentó, en una conversación con esta corresponsal a principios de la semana, que en este estado limítrofe con Argentina crece la preocupación por el virtual cierre del mercado nacional a esta tradicional industria brasileña.
En lo que va de 2011, Brasil dejó de vender 2.500 máquinas para el campo. Todo por cuenta de las demoras en los plazos que imponen Argentina en la expedición de permisos para importar desde Brasil. Así lo declaró la Asociación Nacional de Fábricas de Vehículos Automotores, que engloba a esa industria. Los dirigentes de la entidad dijeron que no se pudieron comercializar 1.700 tractores y 800 cosechadoras, que ya habían sido encargados por productores argentinos.
Hay otras empresas que están con problemas: son las de la alimentación. De acuerdo con la FIESP «es hora de sacar tarjeta roja al gobierno argentino». Quien lo dijo fue el director del departamento de comercio exterior, Roberto Giannetti de Fonseca, un ejecutivo vinculado políticamente a los opositores de Dilma Rousseff.
Claro que las quejas por alimentos se restringen, por el momento, a productos de escasa incidencia en el volumen total del comercio.
Se trata de bombones, caramelos y chocolates. En este caso, según un informe del diario O Globo de Río de Janeiro, el problema tiene su origen en el Instituto Nacional de Alimentos (Inal), que exige una certificación sanitaria antes de liberar la circulación de esas mercaderías. Algunos exportadores denunciaron que las dificultades empezaron en febrero.
SAN PABLO. CORRESPONSAL
Eleonora Gosman
egosman@clarin.com
GUSTAVO CASTAING CONFLICTO. EN EL AÑO, BRASIL DEJO DE VENDER 2.500 EQUIPOS AL PAIS.
(Información General)
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