La hora señalada para sobreactuar
Argentina – 07/06/2011 – La Nación – Pág. 6/Sección: Política – Tiempo de Lectura: 3′ 15»
El escenario: Francisco Olivera
LA NACION
El escenario: Francisco Olivera
LA NACION
Sólo un dirigente político tuvo la fortuna de palpar en estos días, cabalmente y sin intermediarios, los principales desvelos de los industriales argentinos: Ricardo Alfonsín. El resto de los interlocutores de las últimas semanas -Cristina Kirchner, Amado Boudou, Débora Giorgi y, ayer, Daniel Scioli- casi no escuchó reclamos directos sobre inflación, demandas salariales y falta de inversión, los tres temas más tratados en privado en foros corporativos. Por el contrario, en esos casos se llegó sólo hasta circunloquios más abarcadores, como la «pérdida de competitividad».
Lo que el Gobierno y los militantes kirchneristas llaman «batalla cultural» no se libra en la gestión, sino principalmente en los diarios. Empresarios + tiempos electorales ha sido siempre una fórmula turbulenta. Una semana antes de los comicios presidenciales de 2007, las cámaras más importantes del país emitieron, por pedido de la Casa Rosada, comunicados de respaldo explícito al Indec. Y el español Antonio Mata, ex CEO de Aerolíneas Argentinas, nunca remontó el desliz de haber trasladado al candidato presidencial Carlos Menem, a principios de 2003, en aviones de la compañía. Kirchner no se lo perdonó jamás y Mata esperó en vano muchos años una audiencia pública para lanzar su aerolínea Air Pampas. Ya no invierte aquí.
Las declaraciones del presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), José Ignacio de Mendiguren, atenuadas horas más tarde por el propio dueño de Texlona SA, sorprendieron ayer a varios de sus pares. Principalmente, porque hace pocas semanas se había suscitado un episodio similar tras conceptos análogos del mismo empresario en una entrevista con el diario Página 12.
El tema no sólo causó entonces revuelo y fue exhibido como trofeo en los medios propagandísticos oficiales, sino que mereció también un tratamiento en la siguiente reunión interna de la UIA: se acordó que, de ahí en más, la entidad no se comprometería electoralmente con nadie.
Mendiguren es, probablemente, el lobbista más hábil que tiene la Argentina. «Lo aplaudo -decía tiempo atrás a LA NACION un ejecutivo que no lo quiere, líder de otra cámara-. Con nada, sin estructura, el tipo volvió a ser presidente de la UIA.» Esas condiciones le valieron, hace dos meses, el respaldo unánime de una central que prefirió desechar para la conducción a dirigentes de grandes empresas como Techint o Arcor. Se buscaba entrar, tras los enfrentamientos del año pasado, en una nueva etapa.
Al textil tampoco pueden negársele, por otra parte, facilidad de expresión y experiencia en el trato con los medios. ¿Era tan difícil, por caso, ante la consulta sobre la reelección, recurrir a lugares comunes o respuestas de ocasión que suelen estar a mano de voceros de prensa principiantes? ¿Qué tal un «no corresponde que un presidente de la UIA opine sobre ese tema»? De ahí las múltiples interpretaciones.
Informantes de Olivos
El problema está, una vez más, en la semántica de un gobierno que valora las palabras como ningún otro en la historia y en lo que los ejecutivos suelen llamar «capacidad de supervivencia». No es casual que en las últimas reuniones de la UIA casi nadie haya sido capaz de plantear disidencias siquiera entre pares. «Están todos esperando que alguien diga algo para ir corriendo a Olivos a chusmear», se sinceró anoche, mientras leía las declaraciones de Mendiguren en los portales de Internet, un miembro de la junta directiva fabril.
¿Qué otra preocupación que el lenguaje muestra, por ejemplo, el nuevo eufemismo que la UIA encontró para reclamar el banco de desarrollo, hostil a la memoria colectiva tras la estafa que significó para el Estado el Banade en los 80? «Banco de promoción de inversiones», es el nombre que el vocal Miguel Saiegh le planteó en la Casa Rosada a la Presidenta, que aceptó el giro. Saiegh explicó ese día que «Banco de desarrollo» estaba desprestigiado. Anoche, algunos empresarios evaluaban volver a objetar hoy, en la reunión de los martes, los conceptos de su líder sobre la reelección. «Depende de cómo salgan los diarios», aclaró uno.
Mendiguren suele decir en privado que en la Argentina «hay que ser líder, no héroe». Tal vez algún día, en un país cuya presidenta llegó al cargo exhibiéndose en los afiches como «un salto en calidad institucional», unos y otros sean tratados de la misma manera.
Es lo que ocurre en las civilizaciones desarrolladas.
Lo que el Gobierno y los militantes kirchneristas llaman «batalla cultural» no se libra en la gestión, sino principalmente en los diarios. Empresarios + tiempos electorales ha sido siempre una fórmula turbulenta. Una semana antes de los comicios presidenciales de 2007, las cámaras más importantes del país emitieron, por pedido de la Casa Rosada, comunicados de respaldo explícito al Indec. Y el español Antonio Mata, ex CEO de Aerolíneas Argentinas, nunca remontó el desliz de haber trasladado al candidato presidencial Carlos Menem, a principios de 2003, en aviones de la compañía. Kirchner no se lo perdonó jamás y Mata esperó en vano muchos años una audiencia pública para lanzar su aerolínea Air Pampas. Ya no invierte aquí.
Las declaraciones del presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), José Ignacio de Mendiguren, atenuadas horas más tarde por el propio dueño de Texlona SA, sorprendieron ayer a varios de sus pares. Principalmente, porque hace pocas semanas se había suscitado un episodio similar tras conceptos análogos del mismo empresario en una entrevista con el diario Página 12.
El tema no sólo causó entonces revuelo y fue exhibido como trofeo en los medios propagandísticos oficiales, sino que mereció también un tratamiento en la siguiente reunión interna de la UIA: se acordó que, de ahí en más, la entidad no se comprometería electoralmente con nadie.
Mendiguren es, probablemente, el lobbista más hábil que tiene la Argentina. «Lo aplaudo -decía tiempo atrás a LA NACION un ejecutivo que no lo quiere, líder de otra cámara-. Con nada, sin estructura, el tipo volvió a ser presidente de la UIA.» Esas condiciones le valieron, hace dos meses, el respaldo unánime de una central que prefirió desechar para la conducción a dirigentes de grandes empresas como Techint o Arcor. Se buscaba entrar, tras los enfrentamientos del año pasado, en una nueva etapa.
Al textil tampoco pueden negársele, por otra parte, facilidad de expresión y experiencia en el trato con los medios. ¿Era tan difícil, por caso, ante la consulta sobre la reelección, recurrir a lugares comunes o respuestas de ocasión que suelen estar a mano de voceros de prensa principiantes? ¿Qué tal un «no corresponde que un presidente de la UIA opine sobre ese tema»? De ahí las múltiples interpretaciones.
Informantes de Olivos
El problema está, una vez más, en la semántica de un gobierno que valora las palabras como ningún otro en la historia y en lo que los ejecutivos suelen llamar «capacidad de supervivencia». No es casual que en las últimas reuniones de la UIA casi nadie haya sido capaz de plantear disidencias siquiera entre pares. «Están todos esperando que alguien diga algo para ir corriendo a Olivos a chusmear», se sinceró anoche, mientras leía las declaraciones de Mendiguren en los portales de Internet, un miembro de la junta directiva fabril.
¿Qué otra preocupación que el lenguaje muestra, por ejemplo, el nuevo eufemismo que la UIA encontró para reclamar el banco de desarrollo, hostil a la memoria colectiva tras la estafa que significó para el Estado el Banade en los 80? «Banco de promoción de inversiones», es el nombre que el vocal Miguel Saiegh le planteó en la Casa Rosada a la Presidenta, que aceptó el giro. Saiegh explicó ese día que «Banco de desarrollo» estaba desprestigiado. Anoche, algunos empresarios evaluaban volver a objetar hoy, en la reunión de los martes, los conceptos de su líder sobre la reelección. «Depende de cómo salgan los diarios», aclaró uno.
Mendiguren suele decir en privado que en la Argentina «hay que ser líder, no héroe». Tal vez algún día, en un país cuya presidenta llegó al cargo exhibiéndose en los afiches como «un salto en calidad institucional», unos y otros sean tratados de la misma manera.
Es lo que ocurre en las civilizaciones desarrolladas.
(Presidencia de la Nación – Poder Ejecutivo – PJ)
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