Cómo defenderse de la inflación
Vender más para ganar lo mismo. Es lo que deberán hacer este año las Pymes como consecuencia de los aumentos en insumos y salarios. Pero también se puede aprovechar el momento para invertir y mejorar.
El balance de la industria sigue siendo positivo, a pesar de los factores que influyen negativamente en la rentabilidad de las empresas».
El diagnóstico de Ignacio Ferraro, gerente general de la firma Cifive, fabricante de cartones para envases y productos de librería, bien puede sintetizar la etapa actual.
Es decir: la mayoría de las firmas sólo puede trasladar a los precios una parte del aumento de sus costos (principalmente en mano de obra y materias primas), ya sea porque el gobierno o el propio mercado no convalidan incrementos superiores. Y no se prevén grandes cambios en ese sentido, al menos para el corto plazo.
«Veo un comportamiento similar a lo largo de este año. Variables como los acuerdos de paritarias, la restricción energética y movimientos en los precios de los recortes de papel que es nuestra principal materia prima serán los puntos más importantes a tener en cuenta para armar una matriz de costos que permita alcanzar la rentabilidad que esperamos», explica el ejecutivo.
Eso sí, todo en el marco de un mercado que mantiene un ritmo ascendente de demanda, lo que se refleja en los buenos volúmenes que manejan las empresas. «El año pasado, nuestras ventas aumentaron un 17%, mientras que la rentabilidad no se pudo sostener y disminuyó alrededor de un 20%. Para este año, pensamos que podemos lograr un incremento de facturación del orden del 15%, lo que nos acercaría al total de nuestra capacidad instalada y permitiría alcanzar una mayor productividad y mantener contenidos los componentes del costo», razona Ferraro.
Con ese propósito, la firma con sede en la localidad santafesina de Recreo Sur, culminó en 2011 su viejo y anhelado proyecto de poner en producción dos máquinas cartoneras en forma simultánea, lo que significó crear 25 nuevos puestos de trabajo.
«La situación mundial nos obliga a buscar distintas alternativas, tanto en la comercialización como en los procesos productivos, tratando de ser más eficientes y rápidos en nuestras gestiones. La clave está en buscar nichos de negocios no explorados en los que podamos conseguir los márgenes esperados de rentabilidad», completa.
Los que pueden y los que no
Diego Coatz, economista jefe de la Unión Industrial Argentina, coincide en líneas generales con esa visión. Pero advierte sobre los necesarios matices que deben considerarse a la hora de analizar una industria muy heterogénea (precisamente una de las características valiosas de la economía argentina y también de la brasileña). «Hay diferencias de productividad muy grandes, incluso dentro de segmentos intensivos en mano de obra, como los de indumentaria, metalurgia o autopartes, que enfrentan mayores aumentos de costos», señala.
Aun así, a la hora de evaluar ese impacto sobre los márgenes, el economista divide a las empresas en dos grupos: el de las que manejan su propia cadena comercial y pueden diferenciar sus productos, y el de las que no cuentan con esas posibilidades.
En el sector industrial, por otra parte, existe una fuerte competencia, capaz de impedir este tipo de estrategias. «Ni hablemos de las Pymes que tienen que negociar con grandes clientes», advierte.
Pero también sostiene que este escenario «se da en el marco de un sector patrimonialmente sólido y que viene invirtiendo». De esa manera, las empresas compensan con una mayor escala la menor rentabilidad por unidad.
Por supuesto que se trata de una opción más riesgosa, en la medida que pueda moderarse o incluso caer la demanda a partir del impacto de la crisis global. En ese sentido, la UIA maneja dos escenarios: uno de incertidumbre, por la retracción de la demanda mundial con precios en caída y con Brasil enfrentado a problemas para crecer; y otro decididamente negativo, que podría resultar similar al de 2009. «Todo dependerá de las políticas. Como el eje rector del crecimiento es la demanda, si afloja, el gobierno va a introducir algunos incentivos», vaticina el especialista.
Fortaleza metalúrgica
Uno de los segmentos más tradicionales de la industria Pyme es el metalúrgico que, a pesar de la debacle que padeció en los ’90, está conformado por unas 23.000 empresas, genera $ 100.000 millones con su producción anual (aproximadamente un 15% del PBI industrial y tres veces más que dos décadas atrás) y US$ 7.000 millones con sus exportaciones.
Además, emplea a 280.000 trabajadores.
Según Fernando Grasso, economista de la Asociación de Industriales Metalúrgicos de la República Argentina (Adimra), el impacto de la inflación en el sector durante el último año promedia el 20%.
«En general, no se pueden trasladar todos los aumentos, debido a la competencia. Las que están más complicadas, en ese sentido, son las firmas exportadoras», precisa.
Sin embargo, la encuesta trimestral de la entidad, sobre una muestra de 350 empresas, demuestra que no hay grandes caídas de los márgenes. «Lo que se advierte es una mayor dificultad para ganar licitaciones en el exterior», admite Grasso. Y anticipa que, para este año, puede registrarse algún tipo de moderación de los aumentos de costos, «en línea con un crecimiento más austero de Brasil y también de la Argentina».
Gustavo Murias Pettinari, director de la fábrica de equipamiento hospitalario y de laboratorio Pettinari Metal, anticipa lo mismo.
En particular, espera que los aumentos salariales a acordar en las próximas paritarias no superen el 25%. «La incidencia promedio del costo de mano de obra ronda entre el 35 y el 45%. De la pauta establecida con la UOM (Unión Obrera Metalúrgica) el año pasado, con el adicional fijo no remunerativo se llega a un incremento superior al 35%, que incide en el precio final con un alza de entre 12 y 15%», explica.
«Como las condiciones de mercado no tolerarían otra cosa, venimos absorbiendo incrementos en materias primas de producción nacional, como chapas, perfiles, tubos estructurales y trefilados, e importadas, como el acero inoxidable, en detrimento de los márgenes de rentabilidad», señala el directivo de la firma, que factura $ 10 millones anuales y destina el 90% de su producción al mercado local. Pero también considera que los lineamientos trazados por el gobierno en materia de sustitución de importaciones podrían ofrecer «una rentabilidad basada en el volumen de producción».
Por esa razón, para el empresario metalúrgico es clave el manejo de los costos incluyendo stocks elevados de los insumos más significativos y de la contribución marginal que, sumados al incremento de volumen, le permitirían «mantener un margen mínimo de rentabilidad sustentable, considerando que, en nuestro caso, gozamos desde 2001 de un régimen de incentivo destinado a promover la fabricación nacional de bienes de capital, mediante la emisión de un bono fiscal».
Para Juan Cantarella, gerente general de la Asociación de Fábricas Argentinas de Componentes, si bien muchas empresas invierten en mejorar su productividad, es utópico aspirar a compensar por esta vía aumentos del 25% en las materias primas y la mano de obra. El representante del sector, que reúne a 400 empresas (de las cuales un 75% son Pymes), suma ventas por US$ 6.000 millones y emplea a 64.000 personas, sostiene que «nadie puede trasladar el 100% de los aumentos, lo que queda demostrado en los índices de precios mayoristas privados».
En consecuencia, las empresas no pierden plata, nadie afirma eso, pero sí rentabilidad. «Las que más se ven afectadas son las exportadoras. Son más de 200 empresas, que exportan por U$S 2.400 millones y pagan retenciones del 5%.
Pero la mitad no supera el millón de dólares anuales de ventas externas. Esas empresas compiten con todo el mundo, y no pueden tocar los precios», continúa.
En ese marco, Cantarella admite que hay inversiones en el segmento, pero no en consonancia con su crecimiento, que el año pasado arañó el 15%. Incluso el mercado interno conspira en ese sentido. «La concentración del poder de compra de las terminales automotrices impide trasladar las subas de costos. De hecho, hubo negociaciones que se arrastraron durante muchos meses, lo que afectó financieramente a los proveedores», se queja.
Esta fue la realidad que debió atravesar Industrias Maro, fabricante de partes para chasis de automóviles. «El año pasado, tuvimos un aumento de costos del 22%. El impacto sobre la rentabilidad fue directo, porque durante todo el tiempo que llevó la negociación con el cliente, tratamos de soportarlo con la utilidad e incluso inyectando capital, hasta la aprobación de los nuevos precios», relata Walter Rodríguez, presidente de la autopartista con sede en Baradero, provincia de Buenos Aires.
Mientras tanto, y con el propósito de mejorar la eficiencia, la firma inició un plan de perfeccionamiento de los procesos, mejora continua de las líneas de trabajo y eliminación de desperdicios que impactan sobre los costos ocultos.
«Con todas estas acciones logramos mantener la rentabilidad, aunque la misma inflación absorbe los ahorros», advierte.
Para conseguir esas mejoras, la empresa debió realizar inversiones en el control de la productividad, la automatización y la integración de sus líneas de proceso, junto con la redistribución de su unidad productiva para mejorar el flujo de materiales.
«En todas estas actividades sobre las líneas de cataforesis, matricería y prensas invertimos cerca de $ 16 millones en tres años», indica el empresario.
Márgenes por la escalera
Para Pedro Brandi, director del Grupo Construya Calidad, que congrega a una docena de proveedores líderes de materiales para la construcción, las claves de la coyuntura pasan más por la actuación del gobierno nacional. «El control de precios hizo que un sector como el nuestro, con llamativos niveles de actividad, perdiera rentabilidad de manera significativa, lo que atentó fuertemente contra las inversiones», sostiene Brandi, sin eufemismos.
También subraya que al contexto inflacionario se suma el encarecimiento de la energía, cuya incidencia sobre el costo final del producto supera incluso el 40% en el caso de algunas empresas reunidas por la entidad.
Lo mismo advierte con respecto a las tarifas del transporte, que impactan en las industrias cuyas producciones presentan bajos valores unitarios pero grandes volúmenes de cargas. Como tercer factor determinante, añade el aumento de costos salariales y de capacitación del personal.
«El año pasado, el aumento de los costos fue del 25%, aunque para 2012 esperamos una moderación, coherente con una menor tasa de crecimiento esperada, de un 5%», advierte Brandi. Indica que, así y todo, las empresas están invirtiendo en ampliar sus capacidades y mejorar la productividad. «Las integrantes de nuestra entidad tienen previsto invertir US$ 500 millones en los próximos cinco años», precisa.
En ese marco de encarecimiento de la mano de obra y de las materias primas nacionales e importadas, los directivos de la firma Cambre, fabricante de productos eléctricos y electrónicos residenciales e industriales, optaron por elevar sus precios de acuerdo con la propia estructura de costos y no con el contexto inflacionario. «La rentabilidad no es la misma que otros años, porque, con el propósito de ganar mercados, trasladamos a precios sólo los aumentos de costos mínimos e indispensables», señala al respecto Alberto Battisti, principal ejecutivo de la empresa.
La firma también optó por el camino de la eficiencia y la productividad para tratar de reducir los costos. «En los últimos tres años, tomamos la decisión de no desarrollar productos que insuman un excesivo uso de horas en matricería, para orientar ese departamento y el de automatización a generar maquinaria de alta producción», explica el empresario. Y añade: «Duplicamos la producción y sólo aumentamos el personal en un 25%. Por lo tanto, ahora somos más eficientes, a pesar del aumento de las materias primas y la mano de obra».
Pedro Reyna, presidente de la Federación Argentina de la Industria de la Madera y Afines (Faima), tiene una visión particular acerca del impacto de las medidas del gobierno para su sector. El titular de la agrupación empresarial que reúne a 8.000 madereras de Santa Fe, Córdoba, Buenos Aires y Mendoza, que facturan $ 6.600 millones anuales y emplean a 60.000 trabajadores, lo explica así: «Históricamente, los aumentos de la demanda eran cubiertos por la importación, pero en esta oportunidad, y por efecto de las licencias no automáticas, se vio beneficiada la industria nacional».
Con incrementos en las ventas del 20% y de las exportaciones del 23% (en contraste con el magro 6% en que se elevaron las importaciones) lo que el sector sí perdió fue entre 6 y 7 puntos de rentabilidad, debido a los aumentos de los costos salariales del 32%. «Por lo tanto, cae la rentabilidad porcentual, pero se ve compensada por el crecimiento de la demanda», sintetiza el empresario.
En el sector no se imaginan un futuro sin la política de comercio exterior aplicada en la actualidad.
Alejandro Rivero, asesor de la entidad en exportaciones, ofrece argumentos en ese sentido. «El escenario mundial no es el mejor para la industria. Hay excesos de stocks de otros países que se pueden reorientar, lo que ya se está viendo en pisos, puertas y terciados. Esto no es tan importante en volumen, pero sí a raíz de los precios más bajos con los que ingresan al país», señala.
En ese marco, la actividad maderera-mueblera hace tiempo que viene trabajando con un plan estratégico industrial orientado a mejorar su productividad y competitividad. «La expectativa del sector no se fundamenta en un salto del tipo de cambio, porque estimamos que no va a ocurrir», apunta Reyna. «El plan incluye capacitación del personal, fomento del diseño y mejora de los procesos productivos.» Un ejemplo de esta política destinada a sustituir importaciones es el de la firma Archivos Activos, cuyas ventas de muebles, sillas y tabiques divisorios de oficina rozan los $ 95 millones al año.
«En promedio, tuvimos un alza del 25% en los costos, tanto por la suba de salarios como de los precios de la madera, el aluminio, el plástico y el vidrio. Pero el impacto sobre la rentabilidad fue neutro ya que, si bien no trasladamos todo el aumento, pudimos elevar las ventas», detalla Daniel Cwirenbaum, presidente de Archivos Activos.
Al mismo tiempo, el empresario encaró una variedad de acciones que incluyen el estudio de todos los costos de producción, logística y comercialización. «En muchos casos, desarrollamos nuevos proveedores y un sistema de premios por productividad interna en nuestra fábrica, que redundó en una mayor competitividad», señala Cwirenbaum.
Sin embargo, el elemento clave para sobreponerse a la reducción de los márgenes unitarios fue la inversión de capital, en este caso para sustituir importaciones.
«Desembolsamos US$ 1,1 millón en maquinarias para la inyección de plásticos, que se sumaron a las existentes, además de desarrollar más de 90 moldes para piezas plásticas y de aluminio, especialmente partes de sillas ergonómicas de oficina», describe el empresario.
En este plano, Cwirenbaum avala la política oficial de las licencias no automáticas para traer al país mercadería importada, en este caso partes destinadas a la fabricación de muebles: «Si bien las sufrimos en carne propia, nos obligaron al principio, y nos alentaron después, a invertir en máquinas y equipos.
Incluso fue muy interesante cómo muchos clientes, al ver nuestra capacidad y velocidad de desarrollo, empezaron a consultarnos por la posibilidad de fabricar piezas vedadas a la importación, que ellos necesitaban».
El empresario mueblero se siente satisfecho por el esfuerzo realizado y el abanico que se abre para la firma en el mercado latinoamericano.
A pesar de que el 90% de sus ventas corresponden al mercado local, ya cuenta con representantes en Uruguay, Chile, Bolivia, Brasil, Perú y Paraguay, y espera seguir el mismo camino en El Salvador y Ecuador.
Diseño para salvarse
Si bien las empresas de la cadena de valor textil se vieron afectadas por los aumentos de los alquileres (una tendencia a la que, con resignación, le auguran una continuidad en el rubro de indumentaria) y de los precios de la fibra de algodón y de los salarios, estos no fueron los principales factores en la caída de la rentabilidad del sector.
Así lo sostiene Julieta Loustau, economista de la Fundación Pro Tejer: «Este fenómeno está asociado con la pérdida de participación de mercado de las empresas, como resultado del incremento de las importaciones, que entre enero y agosto del año pasado fueron un 34% superiores a las del mismo período de 2010. Por lo tanto, es necesario reforzar las herramientas de control y administración del comercio de productos textiles importados», argumenta.
Ese crecimiento de las importaciones, concentrado principalmente en los productos finales, afecta en distinta medida a cada eslabón de la cadena de valor. «En algunos sectores, como los productores de medias y guantes, ya no se habla de pérdida de rentabilidad sino de reducción de la actividad, como resultado de la competencia desleal local y la que proviene del exterior», afirma Loustau.
En este segmento, la principal herramienta para defender la rentabilidad fue la especialización en productos con mayor valor agregado. «Las empresas que mantuvieron su actividad y rentabilidad son las que lograron reconfigurar la producción hacia la calidad y el desarrollo o diseño propio. De esta forma, pueden orientarse a nichos de mercado menos vulnerables a la competencia externa», observa la economista.
Aguas arriba, algunas compañías vienen trabajando en la optimización de los tiempos productivos, para reducir costos y producir sin excedentes. Es el caso de la firma Dauce, fabricante de telas en máquinas circulares de tejido de punto con sede en el barrio porteño de Nueva Pompeya, donde ocho empleados producen unas 11 toneladas mensuales, que sirven de materia prima para los fabricantes de indumentaria.
«Los aumentos de costos más importantes se registraron en los salarios, las materias primas (fundamentalmente por el hilado, que subió alrededor del 15%) y la tintorería. Estos últimos pudimos trasladarlos a los precios, pero los de mano de obra debimos absorberlos en gran parte, lo que impactó sobre la rentabilidad», admite el dueño de Dauce, Julio Raisman.
En ese marco, el empresario textil se planteó la necesidad de aumentar las ventas y, por lo tanto, la producción, tratando de compensar la rentabilidad perdida. Con ese propósito, invirtió US$ 100.000 en la adquisición de dos nuevas máquinas de tejido de punto, que le permiten mejorar la performance de alimentación de los equipos y también la velocidad de producción.
«Como Pyme, nos tenemos que adecuar al día a día, en función de las novedades que hay en materia de salarios y de aumentos de materia prima. Así que lo que nos queda por hacer es invertir en la medida de lo posible, aprovechando la firmeza de la demanda y tratando de compensar la caída de los márgenes», reflexiona Raisman.
En el segmento del calzado, la realidad es semejante, aunque con una menor influencia de las importaciones, que incluso se redujeron un 9% durante el año pasado, un poco debido a las licencias no automáticas, pero más a raíz del encarecimiento del real brasileño.
Se trata de un sector conformado por 1.300 fábricas, que produjeron el récord de 115 millones de pares el año pasado, un 8% más que en 2020, y de esa cifra, 2 millones se exportaron. Este rubro está netamente dividido en dos: aproximadamente un 10% corresponde a empresas de calzado femenino y deportivo con marcas fuertes, que no sólo no perdieron rentabilidad en el último ejercicio sino que incluso la incrementaron, en tanto que el 90% restante lucha por asegurarse porciones de un mercado interno muy competitivo.
«Estas fábricas necesitan innovación, diseño, desarrollo propio, calidad, una mayor productividad y una mejor relación precio/calidad. Y van en ese camino, gracias a la tecnificación de sus procesos», afirma Horacio Moschetto, secretario de la Cámara del Calzado Argentino, cuyos integrantes padecieron alzas de costos del 20% el año pasado.
«Más allá del aumento de los químicos y del costo laboral, el factor principal fue la suba del cuero, cuya incidencia en el valor del producto terminado llega al 60 o 70%.
Desde hace dos años, este insumo empezó a recuperar sus precios, que estaban muy bajos, y ya se encuentra en los niveles históricos», ilustra el directivo.
Pero Moschetto es optimista, sobre todo por la tendencia de las grandes marcas de calzado deportivo y también de calle, que se vuelcan a la producción nacional.
«Incluso estamos exportando zapatillas a China, algo que, hasta no hace mucho tiempo, equivalía prácticamente a una utopía», subraya Moschetto.
El tono positivo de las expectativas se reflejó el año pasado en un signo elocuente: las inversiones en el sector superaron los US$ 115 millones, lo que equivale a un 15% más que en 2010.
Por supuesto que se trata de procesos mantenidos a lo largo de varios años los que pueden modificar efectivamente el perfil de la oferta de una empresa hasta tornarla capaz de añadir un mayor valor a su producción y, por lo tanto, de defender sus precios con mejores resultados. Esto es, justamente, lo que puede observarse en el caso del fabricante de zapatos de seguridad Borcal.
«En un período que lleva ya ocho años, diversificamos los productos para buscar nichos en distintos mercados», sostiene Daniel Risafi, propietario de la firma.
Empezaron con los zapatos de seguridad. Luego, añadieron botas militares a la oferta. Y a continuación, crearon la marca Norwich de zapatos de calle, al mismo tiempo que abrieron tres puntos de venta propios en la ciudad de Buenos Aires. Pero el gran salto adelante llegó cuando logró asociarse con Michelin, el gigante multinacional de los neumáticos, para lanzar una flamante línea de calzado.
«Fuimos detectando esas oportunidades y, si bien seguimos fabricando cerca de mil pares diarios, antes eran de un solo producto.
Ahora, agregamos valor con la diversificación y la construcción de una marca», se entusiasma Risafi.
El empresario admite que sólo pudo trasladar a los precios la mitad del aumento de costos que sufrió el año pasado.
No innovar, no crecer
No hay duda alguna acerca del plan que deberían implementar las pequeñas y medianas empresas para hacer frente al escenario inflacionario, según Mariano Alvarado, socio de la consultora Auren Argentina.
«Tienen que innovar porque, de lo contrario, verán agrandarse en el mediano plazo el desfase entre las variables de sueldos, costos y precios», advierte el experto.
También aconseja un mayor esfuerzo comercial, que permita absorber los costos fijos a través del incremento de ventas, junto con un análisis detallado de los costos para eliminar de la estructura aquellos que no generan valor.
Un ejemplo de Pyme que encaró acciones de esta naturaleza es Albor Agro, especializada en el desarrollo de soluciones tecnológicas con sede en Mar del Plata.
Su cartera de clientes está integrada por algo más de un centenar de firmas que suman cerca de un millón de hectáreas administradas con su ERP (sistema de planificación de recursos empresariales), que apunta a profesionalizar el sector agropecuario.
«Particularmente en nuestra actividad de desarrollo de software y consultoría, el principal componente del costo está asociado con los sueldos, que tienen una incidencia del 65% en nuestras cotizaciones. El año pasado, en concreto, otorgamos aumentos del 30%», refiere Santiago Gil, gerente general de Albor Agro.
Por esa razón, los directivos de la firma decidieron encarar un plan de racionalización de los costos.
Pero no se quedaron allí, y ése fue el factor decisivo que condujo a los buenos resultados.
Mientras se esforzaban por contener los costos, apostaron decididamente al crecimiento de las ventas mediante una fuerte gestión comercial y de expansión del mercado a Uruguay, Paraguay y Colombia.
De esta manera, un incremento del 80% en la facturación de la empresa pudo compensar la moderación de la tasa de rentabilidad.
«Aunque fue positiva, no acompañó el crecimiento, puesto que las decisiones que tomamos significaron desembolsos de U$S 350.000 en marketing, desarrollo de socios en el país y el exterior e investigación y desarrollo de nuevos productos», indica.
«Así, nos preparamos para el futuro próximo, en el que no sólo pensamos seguir profundizando nuestro posicionamiento en los mercados donde ya incursionamos, sino que vamos a hacer una apuesta importante en Brasil, donde creemos que tenemos un interesante espacio para nuestra actividad», completa el directivo de Albor Agro.
Es que, como ocurre casi siempre, los problemas vienen acompañados de oportunidades: en este caso, las de diferenciarse de los competidores, invirtiendo e innovando. Incluso si la recuperación de los puntos de rentabilidad perdidos no es tan sencilla, tal vez una mayor cuota de mercado resulte un eficaz consuelo.
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La clave está en buscar nichos de negocios no explorados en los que se puedan conseguir los márgenes esperados de rentabilidad.
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No se pueden trasladar todos los aumentos, debido a la competencia.
Las que están más complicadas en esa área son las Pymes que exportan.
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Las empresas que mantuvieron su actividad y rentabilidad son las que orientaron la producción hacia la calidad y el desarrollo.
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Préstamos para financiar las inversiones
El 42% de las Pymes industriales planea realizar inversiones. Así lo asegura un sondeo realizado por la Secretaría Pyme con empresarios de todo el país.
Se trata de un porcentaje de empresas inversoras levemente superior al del año pasado, pero queda 10 puntos por debajo del promedio correspondiente al período 2004-2007, según el informe «Inversión y financiamiento de las Pymes industriales», de la Fundación Observatorio Pyme.
De acuerdo con las conclusiones de ese trabajo, al tiempo que las empresas aumentan la producción, la mayor parte de las inversiones tiene como objetivo mejorar la eficiencia, para lo cual se apunta a modernizar el parque de maquinaria, reducir costos y aumentar la capacidad comercial. Asimismo, el análisis destaca un alza significativa en la participación del financiamiento bancario en las inversiones de las Pymes industriales, a pesar de que seis de cada diez empresarios no solicitan créditos de mediano y largo plazo, porque no lo consideran oportuno o porque las tasas y plazos no son compatibles con los proyectos.
En línea con estos datos, desde la Sepyme informan que llevan colocados $ 2.500 millones en financiamiento blando para firmas de todo el país desde julio de 2010 hasta la fecha, por medio del régimen de bonificación de tasas de la repartición dependiente del Ministerio de Industria. En total, de acuerdo con los datos suministrados, fueron asistidas 11.040 Pymes del comercio, la industria y los servicios, generadoras de algo más de 370.000 puestos de trabajo.
Esta tendencia también se refleja en los balances de las instituciones financieras. José Luis Romani, gerente de Banca Empresa del Banco Credicoop, indica que la entidad oferente de una línea propia sin interés a seis meses y a tasas muy reducidas hasta 36 meses duplicó su cartera de créditos de inversión.
Desde el Banco Galicia, en tanto, informan un crecimiento del 13% de la participación de las Pymes en el total del volumen financiado en préstamos, lo que representa un incremento anual de $ 858 millones. En el Comafi registran un alza del 68%, por $ 229 millones. En el Itaú contabilizan un crecimiento del 91% en la cartera de préstamos a Pymes.
En el Supervielle, del 38%. Y en el Patagonia, del 30%.
Hernán Caballero, gerente de Empresas, Pymes y Agro del Santander Río, sin embargo, nota una desaceleración de la demanda por parte de las medianas empresas.
«Desde octubre, los costos de captación de los bancos sufrieron fuertes subas que impactaron negativamente en las tasas de las diferentes líneas disponibles», precisa.
A su turno, Sebastián Richard, responsable de Productos de Financiación para Business Banking del Standard Bank (cuyos créditos a Pymes crecieron un 45% en la comparación interanual, por unos $ 400 millones) entiende que las Pymes van a seguir invirtiendo. Pero sostiene que «será fundamental la oferta de préstamos con tasas fijas y en pesos a plazos superiores de 36 meses y el desarrollo de productos con beneficios impositivos o tasas subsidiadas».
Sin embargo, Francisco Gismondi, asesor principal del presidente del Banco Ciudad, considera que, en el corto plazo, «no se espera que el mercado vuelva a tener las tasas negativas del año pasado y la demanda también luce algo más débil. Las condiciones macroeconómicas muestran un crecimiento algo menor que los últimos años y costos que continúan subiendo, de la mano de la inflación. Además, algunas Pymes manifiestan problemas para conseguir insumos importados o competir con sus exportaciones».
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El dilema de los pequeños comercios
En contra de lo que podría suponerse, no todos los comercios están en condiciones de trasladar los aumentos de sus costos a los precios, incluso aquellos cuyas ofertas presentan un fuerte valor agregado. Así lo indica Isabel Vermal, propietaria de la pastelería boutique Smeterling Buenos Aires, que en 2011 debió absorber incrementos de gastos de los 22%, impulsados por aumentos de sueldos, alquileres y materias primas.
«La mejor forma de maximizar la rentabilidad es aumentar las ventas y la producción, para licuar los costos fijos. En nuestro caso, cada día ponemos más énfasis en crear productos exclusivos y de mejor calidad, para diferenciarnos. Esto requiere mucha inversión en desarrollo, que no tiene un retorno en el mediano plazo, pero que permite afianzar la marca y posicionarla», sostiene Vermal.
Otro tanto ocurre con el restorán Casal de Catalunya, cuyo director, Damián Cicero, explica: «El impacto del aumento de los costos en la rentabilidad fue muy alto el año pasado, ya que mantuvimos los precios de la carta con variaciones mínimas, como estrategia para fidelizar clientes y mantenernos posicionados frente a nuestros competidores directos. Tomamos la decisión de ganar menos, para mantener nuestra clientela y generar más trabajo, con el propósito de alcanzar una cifra de ventas similar a la de 2010».
En el corto plazo, incluso, el empresario gastronómico no pretende modificar esta decisión. «Seguiremos con la misma estrategia de precios, ya que, si bien perdimos terreno en el campo de la rentabilidad, crecimos mucho en la afluencia de clientes, que valoran más la calidad a buen precio. Por eso, sólo dimos de baja algunos proveedores que, tal vez por un problema de rentabilidad propia, habían bajado la calidad de sus productos», completa.
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Mini entrevista
El ejemplo de la ley de software
Diego Coatz Economista jefe de la UIA
¿Cuáles deberían ser las prioridades del Gobierno para promover la competitividad de las pequeñas y medianas empresas? Hay cuestiones estructurales como, por ejemplo, los costos logísticos cuya resolución debería encararse con un plan de largo plazo.
Pero también existen otras de corto plazo, como la adecuación del sistema de reintegros industriales y derechos de exportación. Es la única forma de no presionar sobre el tipo de cambio.
La ley de software es un buen ejemplo a seguir de combinación de políticas que intentan mejorar la competitividad de un sector. Lo propio se podría hacer con una ley de indumentaria o de metalmecánica.
Es el gran desafío.
¿Y para favorecer las inversiones? En general, los empresarios procuran mejorar la productividad, apostando a que la demanda continúe creciendo, porque prevén que sectores como el de la construcción, las automotrices y el consumo van a seguir tirando. En ese sentido, la Argentina tiene oportunidades. Como ejemplo, vale la pena mencionar los créditos del Bicentenario y otras líneas de subsidios y aportes no reembolsables.
Habría que apuntar a que las tasas de interés vuelvan a descender.
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minientrevista
Créditos por 26.000 millones
Gustavo Marangoni Pte. del Banco Provincia
¿Cómo evoluciona el financiamiento a Pymes para inversiones productivas? El año pasado, duplicamos la cartera de créditos destinada a las Pymes: colocamos algo más de $ 14.000 millones, mientras que en 2010 el monto total había llegado a $ 7.500 millones.
Luego de cuatro años de gestión, podemos decir que logramos un cambio significativo. En 2007, dos tercios de la asistencia crediticia se destinaban a las familias y un tercio, a las Pymes. En 2011, cerca del 75% de nuestro financiamiento se dirigió a las Pymes, mientras que el resto se volcó a las familias.
¿Cuáles son las perspectivas para el corto plazo en materia de financiamiento? Tanto para el 2012 como para los próximos cuatro años, la orientación de nuestra gestión en el Banco Provincia se basará en la profundización del cambio iniciado a fines de 2007. Nuestro enfoque y gestión crediticia priorizará el financiamiento de proyectos de inversión y capital de trabajo de las Pymes que promuevan la industrialización, el valor agregado en origen, la generación de empleo y el ingreso de divisas. Para lograr estos objetivos, durante 2012, el banco proyecta otorgar $ 26.000 millones, de los cuales la mayor parte estará destinada a las Pymes.
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Cuando la demanda permite aumentos
Por las especificidades de sus servicios, o bien porque destinan sus productos a consumidores finales, también existen sectores económicos donde la demanda no encuentra muchas más opciones que aceptar los aumentos de precios.
En consecuencia, pueden trasladar buena parte del alza inflacionaria. Es el caso, por ejemplo, de la firma RHPro, especializada en soluciones de software y servicios de liquidación de haberes.
«El incremento de nuestros costos durante el último año fue del 30%, básicamente por los sueldos. En nuestro caso, pudimos elevar las tarifas de algunos servicios hasta un 27%, aunque otros no pudieron ajustarse. En definitiva, la baja de la rentabilidad fue de sólo cuatro puntos», relata Mauricio Heidt, gerente general de la empresa con sede comercial en Buenos Aires y centro productivo en Bahía Blanca, desde donde atiende a 500 clientes operativos en América latina.
La compañía de consultoría Praesens, cuya herramienta principal es un software de medición de riesgos de salud, atraviesa una situación parecida.
«El impacto del aumento de los honorarios de nuestros profesionales sobre la rentabilidad fue moderado. Como organización, nuestro esquema permite una distribución equitativa de los ingresos y, de ese modo, absorber cualquier incremento entre el grupo de trabajo», explica Javier Naveros, su director general. «Si bien el año pasado realizamos un ajuste de precios, hicimos hincapié en la optimización de nuestros servicios, buscando mantener las prestaciones sin perder calidad. Esto se logra gracias a la inclusión de herramientas y recursos informáticos, y las intervenciones a distancia, que mejoran la eficacia y eficiencia de los servicios.» Claudia Matthiesen, socia de Karpitas, especializada en la venta y alquiler de carpas y gazebos, comenta que durante 2011 «aumentaron entre 20 y 30% los productos que comercializamos. Pero el impacto fue sólo financiero, ya que pudimos trasladar esas alzas al cliente final. Esta es la única forma de sostener un negocio que cuenta con márgenes mínimos», admite la emprendedora, quien invirtió unos $ 70.000 en reforzar sus stocks durante el último ejercicio, en previsión de mayores ventas.
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Opinión
Hay que bajar los costos de la no calidad
Mario Casellini Director ejecutivo de Fundece
Si bien el objetivo de cualquier empresa debiera ser mejorar su gestión, basándose en la aplicación del concepto de calidad de manera integral, también es válido abordar el tema desde la perspectiva de contribuir a racionalizar los costos de esa gestión.
En ese sentido, existen modelos probados que permiten identificar los costos de la no calidad, sobre todo los ocultos, lo cual permite, obviamente, trabajar sobre ellos con el propósito de minimizarlos.
Al respecto, las prioridades deben estar sustentadas por cinco grandes elementos que una empresa necesita atender de manera equilibrada: * la satisfacción de sus clientes, * de sus accionistas, * de su personal, * de la cadena de valor y * de la comunidad.
En la medida que los directivos de una firma logren satisfacer de manera adecuada a estos cinco actores, lograrán también una gestión de excelencia, que a su vez será costo-beneficiosa.
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Mini entrevista
Lo que se debe controlar
Guillermo Banfi * Economista y empresario
¿Cómo afecta la inflación a los proyectos exportadores, como el suyo? El de las bodegas es un negocio caracterizado por márgenes pequeños y mucha competencia. El aumento de costos ronda el 25% anual, por la mayor demanda de Malbec y algo de especulación, además del alza del costo de la mano de obra.
Pero el traslado a los precios no supera el 5%. Si pasamos ese nivel, quedamos afuera del mercado de exportación.
Producimos 250.000 botellas anuales, en distintas líneas que van de $ 40 a 220. Y el 80% lo destinamos a Estados Unidos y Canadá.
¿Qué medidas toman para mejorar la eficiencia? Apuntamos al control del inventario, la cadena de comercialización y las compras.
El fraccionamiento cuesta 60 centavos por botella, y el etiquetado y paletizado, 2 centavos. Pero si etiqueto después, manualmente, cuesta 40 centavos adicionales.
Por eso, apuntamos a fraccionamientos más chicos. En el canal de ventas, trabajamos con distribuidores, evitando los importadores y un 20% de costos logísticos y de intermediación. Y para el abastecimiento de insumos secos, nos asociamos con otras bodegas en compras grupales, que permiten ahorros del 10%.
* El entrevistado es socio de la bodega Sur de los Andes.
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Contactos
-ALBOR AGRO: www.alboragro.com
-ARCHIVOS ACTIVOS: www.archivosactivos.com
-SUR DE LOS ANDES: www.bodegasurdelos andes.com.ar
-BORCAL: www.borcal.com.ar
-AMBRE: www.cambre.com.ar
-CIFIVE: www.cifive.com
-DAUCE: (011) 4911-3324/5594
-INDUSTRIAS MARO: www.maro.com.ar
-KARPITAS: www.karpitas.com.ar
-PETTINARI METAL: www.pettinari.com.ar
-PRAESENS: www.praesens.com.ar
-CASAL DE CATALUNYA: www.casal.org.ar/castellano/restaurant.html
-RHPRO: www.rhpro.com
-SMETERLING: www.smeterling.com
-ASOCIACIÓN DE FABRICAS DE COMPONENTES: www.afac.org.ar
-ASOCIACIÓN DE INDUSTRIALES METALÚRGICOS: www.adimra.com.ar
-AUREN ARGENTINA: www.arg.auren.com
-CÁMARA DEL CALZADO ARGENTINO: www.calzadoargentmo.org.ar
-FEDERACIÓN ARGENTINA INDUSTRIA DE LA MADERA Y AFINES: www.faima.org.ar
-FUNDACIÓN EMPRESARIA PARA LA CALIDAD Y LA EXCELENCIA: www.fundece.org.ar
-OBSERVATORIO PYME: www.observatoriopyme. org.ar
-FUNDACIÓN PRO TEJER: www.fundacionprotejer. com
-CONSTRUYA CALIDAD: www.grupoconstruya.com
(Banco Comafi)
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