Brasil ha cambiado su estrategia
Argentina – 12/06/2011 – La Prensa – Pág. 3/Economía – Tiempo de Lectura: 4′ 44»
GUSTAVO SEGRE, ECONOMISTA ARGENTINO RADICADO EN SAN PABLO. EXPLICA EL CONFLICTO COMERCIAL Se terminó el ‘Lulita paz y amor3. La dura reacción del gobierno de Dilma a las trabas argentinas es el fruto de la presión del empresariado paulista y la baja competitividad del real. La viabilidad del Mercosur no está en tela de juicio.
GUSTAVO SEGRE, ECONOMISTA ARGENTINO RADICADO EN SAN PABLO. EXPLICA EL CONFLICTO COMERCIAL Se terminó el ‘Lulita paz y amor3. La dura reacción del gobierno de Dilma a las trabas argentinas es el fruto de la presión del empresariado paulista y la baja competitividad del real. La viabilidad del Mercosur no está en tela de juicio.
POR GUSTAVO GARCÍA
El conflicto con Brasil por las licencias no automáticas a las importaciones ha sido analizado de manera profusa. Son conocidos los argumentos que apuntalan las mecidas proteccionistas del Gobierno nacional, ¿pero cómo son vistas la Argentina y sus ambiciones comerciales desde el otro lado de la frontera? ¿Pueden existir víctima y victimario cuando dos naciones intercambian productos?
«Brasil argumenta que su idea es controlar lo que entra en cuanto a precio se refiere, y por eso en el caso de los automóviles colocó licencias no automáticas para México, Argentina, China y Corea», explica Gustavo Segre, economista argentino de Center Group, radicado en San Pablo.
Y agrega: «Si coloca la medida a uno sólo corre el riesgo de enfrentar la denominación de Nación Menos Favorecida, una de las normas de la OMC. Con esto mató dos pájaros de un tiro: uno el aumento de las importaciones de China y Corea, y además utilizó la misma medida para de alguna forma darle un ultimátum a la Argentina. Los obligó a sentarse y negociar».
-¿Por qué cree que esta fue una de las reacciones más fuertes exhibida por Brasil?
-Muestra un poco el cambio de forma porque con Lula paz y amor era bien diferente. Un detalle importante es que la Cancillería prácticamente no participó de las negociaciones. Esto fue resuelto por los ministros de Producción y eso es un indicador interesante, ya que muestra que el tema se resolverá de aquí en adelante por técnicos, no por diplomáticos.
PRESIÓN PAULISTA
-¿La reacción pudo haber venido por una mayor presión del empresariado paulista y la baja competitividad del tipo de cambio?
-El tema de la apreciación del real siempre tiene algo que ver, pero hoy Brasil, a pesar del cambio desfavorable, sigue teniendo un superávit impresionante con la Argentina. Con lo cual diría que el tipo de cambio no es un factor fundamental, aunque sí me parece que la presión del industrial se hizo sentir.
-¿De qué manera? -Hubo presión en el sector de línea blanca, que hizo un acuerdo de cuotas voluntarias allá por el 2004. En aquel momento se hizo un trabajo que se presentó a la UIA, y ésta se la llevó al Gobierno. Martín Redrado estaba como secretario de Comercio Exterior, antes de ir al Banco Central. Ese estudio lo hicimos nosotros. Yo les avisé que la colocación de los impuestos estaba mal hecha. Brasil aceptó hasta que la industria argentina mejorara. Pasaron siete años. -¿Y qué ocurrió? -Fue como si dijeran: en el 2004 aceptamos cuotas voluntarias y ahora ustedes quieren más cuotas voluntarias. Pregunto: ¿Qué hicieron en estos últimos siete años además de proteger la industria?
-Argentina reclama equilibrar la balanza. ¿Brasil toma naturalmente este desequilíbrio?
-Es que no es un tema que dependa de Brasil. Es como si a uno lo invitan a jugar un partido de fútbol y le dicen: mira que si vos me haces un gol, tenés que dejar que yo te meta otro. Cómo, ¿vamos a jugar un partido o vamos a salir empatados?
EL MERCOSUR
-¿En Brasil se pone en duda la viabilidad del Mercosur ante estos hechos?
-No, acá son bastante conscientes de que siempre va a haber problemas sectoriales. No hay cómo no tenerlos, y mucho más entre países tan disímiles en relación a la economía como Argentina y Brasil. El proyecto brasilero está en un aumento de la competitividad porque el gran rival es China. No tienen tiempo para dedicarse a las pequeñeces de proteger la industria.
-¿Cómo estimulan la industria?
-El Gobierno da herramientas como la financiación a través del BNDES, que es una herramienta bárbara. Da exoneración tributaria cuando se exporta. Tengo la responsabilidad del pago de los tributos si no exporto. Y en Argentina tengo que pagar para que después me devuelvan. Eso tiene un costo financiero muy grande, sobre todo con una inflación del 25% al año.
-¿También hay una diferencia en cuanto a cómo se combate la inflación?
-El objetivo principal del Gobierno brasilero está en controlar la inflación, aunque para eso tengan que enfriar la economía. En Argentina el modelo es consumo, consumo y consumo, porque si la rueda se para se va todo al demonio.
-¿Qué ocurrió con el Mecanismo de Adaptación Competitiva creado durante el Gobierno de Néstor Kirchner?
-Nunca se usó. Fue una imposición argentina. Brasil nos dejó colocar eso porque sabía que no se iba a utilizar. Ya teníamos ese mecanismo de Adaptación de Competitividad, porqué crear uno nuevo, utilicémoslo.
-Una versión indica que se firmaría la paz hasta que pasen las elecciones presidenciales. ¿Brasil entrará en ese tipo de consideraciones políticas?
-Puede ayudar en tanto y en cuanto la Argentina respete las normas de la OMC. Brasil es contemplativo con Argentina. En febrero se negoció lo mismo que ahora, igual. Argentina avisa que implementarán licencias no automáticas, Brasil dice que está bien, pero que no se pase de los 60 días. Cuando Argentina no cumple, Brasil pide una reunión y no los atienden. Entonces dicen: te pongo licencias igual que las tuyas, pero te aseguro que voy a cumplir el plazo de la OMC, y de acá a 59 días volvemos a conversar.
-¿Se respetará el pacto firmado?
-Hay dos puntos para tener mucho cuidado en el documento. El primero es que Brasil no levanta las licencias, sino que se compromete a sacarlas en diez días. El segundo es que dice claramente que Argentina debe liberar el comercio de mercaderías que no tengan licencias de importación
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El conflicto con Brasil por las licencias no automáticas a las importaciones ha sido analizado de manera profusa. Son conocidos los argumentos que apuntalan las mecidas proteccionistas del Gobierno nacional, ¿pero cómo son vistas la Argentina y sus ambiciones comerciales desde el otro lado de la frontera? ¿Pueden existir víctima y victimario cuando dos naciones intercambian productos?
«Brasil argumenta que su idea es controlar lo que entra en cuanto a precio se refiere, y por eso en el caso de los automóviles colocó licencias no automáticas para México, Argentina, China y Corea», explica Gustavo Segre, economista argentino de Center Group, radicado en San Pablo.
Y agrega: «Si coloca la medida a uno sólo corre el riesgo de enfrentar la denominación de Nación Menos Favorecida, una de las normas de la OMC. Con esto mató dos pájaros de un tiro: uno el aumento de las importaciones de China y Corea, y además utilizó la misma medida para de alguna forma darle un ultimátum a la Argentina. Los obligó a sentarse y negociar».
-¿Por qué cree que esta fue una de las reacciones más fuertes exhibida por Brasil?
-Muestra un poco el cambio de forma porque con Lula paz y amor era bien diferente. Un detalle importante es que la Cancillería prácticamente no participó de las negociaciones. Esto fue resuelto por los ministros de Producción y eso es un indicador interesante, ya que muestra que el tema se resolverá de aquí en adelante por técnicos, no por diplomáticos.
PRESIÓN PAULISTA
-¿La reacción pudo haber venido por una mayor presión del empresariado paulista y la baja competitividad del tipo de cambio?
-El tema de la apreciación del real siempre tiene algo que ver, pero hoy Brasil, a pesar del cambio desfavorable, sigue teniendo un superávit impresionante con la Argentina. Con lo cual diría que el tipo de cambio no es un factor fundamental, aunque sí me parece que la presión del industrial se hizo sentir.
-¿De qué manera? -Hubo presión en el sector de línea blanca, que hizo un acuerdo de cuotas voluntarias allá por el 2004. En aquel momento se hizo un trabajo que se presentó a la UIA, y ésta se la llevó al Gobierno. Martín Redrado estaba como secretario de Comercio Exterior, antes de ir al Banco Central. Ese estudio lo hicimos nosotros. Yo les avisé que la colocación de los impuestos estaba mal hecha. Brasil aceptó hasta que la industria argentina mejorara. Pasaron siete años. -¿Y qué ocurrió? -Fue como si dijeran: en el 2004 aceptamos cuotas voluntarias y ahora ustedes quieren más cuotas voluntarias. Pregunto: ¿Qué hicieron en estos últimos siete años además de proteger la industria?
-Argentina reclama equilibrar la balanza. ¿Brasil toma naturalmente este desequilíbrio?
-Es que no es un tema que dependa de Brasil. Es como si a uno lo invitan a jugar un partido de fútbol y le dicen: mira que si vos me haces un gol, tenés que dejar que yo te meta otro. Cómo, ¿vamos a jugar un partido o vamos a salir empatados?
EL MERCOSUR
-¿En Brasil se pone en duda la viabilidad del Mercosur ante estos hechos?
-No, acá son bastante conscientes de que siempre va a haber problemas sectoriales. No hay cómo no tenerlos, y mucho más entre países tan disímiles en relación a la economía como Argentina y Brasil. El proyecto brasilero está en un aumento de la competitividad porque el gran rival es China. No tienen tiempo para dedicarse a las pequeñeces de proteger la industria.
-¿Cómo estimulan la industria?
-El Gobierno da herramientas como la financiación a través del BNDES, que es una herramienta bárbara. Da exoneración tributaria cuando se exporta. Tengo la responsabilidad del pago de los tributos si no exporto. Y en Argentina tengo que pagar para que después me devuelvan. Eso tiene un costo financiero muy grande, sobre todo con una inflación del 25% al año.
-¿También hay una diferencia en cuanto a cómo se combate la inflación?
-El objetivo principal del Gobierno brasilero está en controlar la inflación, aunque para eso tengan que enfriar la economía. En Argentina el modelo es consumo, consumo y consumo, porque si la rueda se para se va todo al demonio.
-¿Qué ocurrió con el Mecanismo de Adaptación Competitiva creado durante el Gobierno de Néstor Kirchner?
-Nunca se usó. Fue una imposición argentina. Brasil nos dejó colocar eso porque sabía que no se iba a utilizar. Ya teníamos ese mecanismo de Adaptación de Competitividad, porqué crear uno nuevo, utilicémoslo.
-Una versión indica que se firmaría la paz hasta que pasen las elecciones presidenciales. ¿Brasil entrará en ese tipo de consideraciones políticas?
-Puede ayudar en tanto y en cuanto la Argentina respete las normas de la OMC. Brasil es contemplativo con Argentina. En febrero se negoció lo mismo que ahora, igual. Argentina avisa que implementarán licencias no automáticas, Brasil dice que está bien, pero que no se pase de los 60 días. Cuando Argentina no cumple, Brasil pide una reunión y no los atienden. Entonces dicen: te pongo licencias igual que las tuyas, pero te aseguro que voy a cumplir el plazo de la OMC, y de acá a 59 días volvemos a conversar.
-¿Se respetará el pacto firmado?
-Hay dos puntos para tener mucho cuidado en el documento. El primero es que Brasil no levanta las licencias, sino que se compromete a sacarlas en diez días. El segundo es que dice claramente que Argentina debe liberar el comercio de mercaderías que no tengan licencias de importación
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EL G-20 DEL CONSUMO
«Yo soy importador en Brasil de productos argentinos, y aseguro que faltan productos argentinos», dice el economista Gustavo Segré, que conoce las entrañas mismas del intercambio comercial entre los dos países. «En el diario Valor de San Pablo salió que Brasil entró en el G-20 del comercio exterior. Es el vigésimo país que más importa en el mundo. Y yo me pregunto: ¿Si Brasil es de los países que más importa en el mundo, cómo es que Argentina no le vende más? Porque no es un problema que no compre, Brasil le está comprando a todo el mundo y mucho.
-¿Qué lectura hacen de esa inundación de importaciones?
-Dicen que Brasil está entrando en la primera liga del mercado internacional.
(Información General)
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