Ante la UIA, Cristina jugó con la idea de la reelección
Argentina – 06/05/2011 – Clarín – Pág. 35/Sección: Opinión – Tiempo de Lectura: 4′ 21»
Panorama empresarial
Panorama empresarial
La Presidenta convocó a los industriales a trabajar conjuntamente en los próximos años. A la CGT le pidió que no haga ruido político durante el período electoral.
Marcelo Bonelli
Cristina Fernández de Kirchner dio indicios, ante la cúpula de la Unión Industrial Argentina, de que luchará por la reelección presidencial.
No lo afirmó explícitamente, pero convocó a los industriales a diálogos, consensos y tareas que exceden largamente su actual período de gobierno. Lo dijo con estas palabras: «Tenemos que trabajar en forma conjunta a mediano plazo, para continuar creciendo en los próximos años». Agregó en la misma línea: «No tengan dudas de que esto sigue.» Esas frases y sus actitudes hicieron que Ignacio de Mendiguren y un conjunto de 24 caciques fabriles salieran de la Casa Rosada convencidos de que la Presidenta dará batalla por la reelección.
El lunes también envió un mensaje idéntico a la cúpula de la CGT. Mirando a Hugo Moyano, les hizo un pedido concreto: «Tienen que hacer el menor ruido político durante el período electoral.» La decisión de insinuar su deseo reeleccionista no fue el único mensaje político que lanzó Cristina Kirchner ante la UIA.
En la reunión con los «popes» de la industria, la Presidenta le fijó límites a Moyano y rehabilitó a una pieza clave para los hombres de negocios: Julio De Vido. El último fin de semana, el ministro de Planificación habría tenido una conversación con Cristina Kirchner en la que zanjó algunas diferencias que lo tenían marginado en la acción del Gobierno. Los directivos de la UIA recibieron de buen agrado la noticia, porque lo consideran el mejor interlocutor con el mundo de los negocios.
Las señales contra Moyano fueron indirectas, pero concretas. Cristina objetó el texto del proyecto que la CGT impulsa para repartir ganancias, y afirmó: «Sean creativos, busquen una forma de instrumentarlo por sector y que no afecte la inversión. Puede ser un bono». Y le pegó duro a Héctor Recalde, cuando criticó a la industria del juicio. Además, durante la charla habilitó a Carlos Tomada. Fue el único ministro que habló, precisamente el funcionario que peor relación tiene con la CGT.
Hubo, además, un espaldarazo a la nueva conducción de la UIA. Ella tenía sobre la mesa el último discurso del flamante jefe de la entidad y discutió párrafo por párrafo los pedidos industriales de De Mendiguren.
El nuevo líder fabril insistió en que la UIA no busca la confrontación y profundizará los consensos. Pero que mantendrá la independencia para defender a la industria de las malas decisiones de la Casa Rosada.
Por eso Cristina habló de buscar acuerdos, apoyó al desarrollo de cadenas de valor fabril y avaló la creación de un banco de inversión. Pero esas promesas chocaron con la propia contradicción oficialista: también la Presidenta volvió a embestir contra Techint, la principal empresa fabril de la Argentina. Fue cuando el autopartista José Luis Basso aludió a la caída de la competitividad económica de la Argentina.
Basso utilizó un eufemismo para evitar hablar del retraso cambiario. Afirmó: «Para la exportación fabril, el aumento de los costos en dólares nos saca del mercado internacional».
En la actualidad, el desajuste del comercio exterior se compensa mediante la manipulación de las importaciones que realiza Guillermo Moreno. Pero el saldo de divisas que está quedando sólo financia la fuga de capitales. La salida de dólares fue de 800 millones mensuales en enero y febrero. Saltó a 1.150 millones en marzo, superó los 1.250 en abril y se proyecta en 1.400 para mayo. Todo indica que la dolarización se acelerará a medida que se acerquen las elecciones.
La Presidenta eludió el conflictivo tema del atraso cambiario y ahí embistió contra Techint y también hizo una alusión a Aluar. Así respondió: “Ustedes tienen otros problemas, como el aumento de la chapa y el aluminio manejado por empresas que dominan el mercado”. Y dijo después, en referencia a la última aparición pública de Paolo Rocca: «Si ustedes me responden por los diarios, entonces vamos a estar en guerra.» El maltrato hacia Techint y las promesas incumplidas por el kirchnerismo generan parejas dudas en el movimiento empresario. En la campaña electoral del 2007, Cristina se acercó al mundo de los negocios y nunca después cumplió sus compromisos. Ahora habla de consenso y diálogo, una propuesta contradictoria con la guerra que le desató a Techint, grupo que integra la conducción de la UIA.
Techint insiste que el Gobierno propicia una intromisión política en los negocios siderúrgicos y denuncia que muchos funcionarios quieren, al final, la estatización de Siderar. Rocca presidió una reunión de sus máximos ejecutivos y en la intimidad comentó: «El Gobierno ya adoptó dos de los cuatros pasos que instrumentó Hugo Chávez cuando estatizó Sidor.» Después, la Presidenta distendió el clima del encuentro, valorando una acción del kirchnerismo: «Ahora, los ministros de Economía dejaron de tener importancia en la toma de decisión del Gobierno.» La frase apuntó a valorar el criterio político y no tecnócratico que utiliza el Gobierno para adoptar decisiones, en contraposición a lo que ocurría en otros gobiernos. Pero la afirmación generó carcajadas y miradas socarronas hacia Amado Boudou. El ministro confirmó a los industriales un anticipo de Clarín: hizo un pacto con la cúpula del FMI para evitar turbulencias en el período preelectoral.
La UIA también abrirá un canal de diálogo con Ricardo Alfonsín. Los hombres de negocios sostienen que encabezará la oposición. Además, Alfonsín busca enhebrar un acuerdo político con el peronismo no kirchnerista. Un convenio que tiene una sorpresa: el compromiso de que Roberto Lavagna sería su futuro jefe de Gabinete.
Copyright Clarín, 2011. w
Marcelo Bonelli
Cristina Fernández de Kirchner dio indicios, ante la cúpula de la Unión Industrial Argentina, de que luchará por la reelección presidencial.
No lo afirmó explícitamente, pero convocó a los industriales a diálogos, consensos y tareas que exceden largamente su actual período de gobierno. Lo dijo con estas palabras: «Tenemos que trabajar en forma conjunta a mediano plazo, para continuar creciendo en los próximos años». Agregó en la misma línea: «No tengan dudas de que esto sigue.» Esas frases y sus actitudes hicieron que Ignacio de Mendiguren y un conjunto de 24 caciques fabriles salieran de la Casa Rosada convencidos de que la Presidenta dará batalla por la reelección.
El lunes también envió un mensaje idéntico a la cúpula de la CGT. Mirando a Hugo Moyano, les hizo un pedido concreto: «Tienen que hacer el menor ruido político durante el período electoral.» La decisión de insinuar su deseo reeleccionista no fue el único mensaje político que lanzó Cristina Kirchner ante la UIA.
En la reunión con los «popes» de la industria, la Presidenta le fijó límites a Moyano y rehabilitó a una pieza clave para los hombres de negocios: Julio De Vido. El último fin de semana, el ministro de Planificación habría tenido una conversación con Cristina Kirchner en la que zanjó algunas diferencias que lo tenían marginado en la acción del Gobierno. Los directivos de la UIA recibieron de buen agrado la noticia, porque lo consideran el mejor interlocutor con el mundo de los negocios.
Las señales contra Moyano fueron indirectas, pero concretas. Cristina objetó el texto del proyecto que la CGT impulsa para repartir ganancias, y afirmó: «Sean creativos, busquen una forma de instrumentarlo por sector y que no afecte la inversión. Puede ser un bono». Y le pegó duro a Héctor Recalde, cuando criticó a la industria del juicio. Además, durante la charla habilitó a Carlos Tomada. Fue el único ministro que habló, precisamente el funcionario que peor relación tiene con la CGT.
Hubo, además, un espaldarazo a la nueva conducción de la UIA. Ella tenía sobre la mesa el último discurso del flamante jefe de la entidad y discutió párrafo por párrafo los pedidos industriales de De Mendiguren.
El nuevo líder fabril insistió en que la UIA no busca la confrontación y profundizará los consensos. Pero que mantendrá la independencia para defender a la industria de las malas decisiones de la Casa Rosada.
Por eso Cristina habló de buscar acuerdos, apoyó al desarrollo de cadenas de valor fabril y avaló la creación de un banco de inversión. Pero esas promesas chocaron con la propia contradicción oficialista: también la Presidenta volvió a embestir contra Techint, la principal empresa fabril de la Argentina. Fue cuando el autopartista José Luis Basso aludió a la caída de la competitividad económica de la Argentina.
Basso utilizó un eufemismo para evitar hablar del retraso cambiario. Afirmó: «Para la exportación fabril, el aumento de los costos en dólares nos saca del mercado internacional».
En la actualidad, el desajuste del comercio exterior se compensa mediante la manipulación de las importaciones que realiza Guillermo Moreno. Pero el saldo de divisas que está quedando sólo financia la fuga de capitales. La salida de dólares fue de 800 millones mensuales en enero y febrero. Saltó a 1.150 millones en marzo, superó los 1.250 en abril y se proyecta en 1.400 para mayo. Todo indica que la dolarización se acelerará a medida que se acerquen las elecciones.
La Presidenta eludió el conflictivo tema del atraso cambiario y ahí embistió contra Techint y también hizo una alusión a Aluar. Así respondió: “Ustedes tienen otros problemas, como el aumento de la chapa y el aluminio manejado por empresas que dominan el mercado”. Y dijo después, en referencia a la última aparición pública de Paolo Rocca: «Si ustedes me responden por los diarios, entonces vamos a estar en guerra.» El maltrato hacia Techint y las promesas incumplidas por el kirchnerismo generan parejas dudas en el movimiento empresario. En la campaña electoral del 2007, Cristina se acercó al mundo de los negocios y nunca después cumplió sus compromisos. Ahora habla de consenso y diálogo, una propuesta contradictoria con la guerra que le desató a Techint, grupo que integra la conducción de la UIA.
Techint insiste que el Gobierno propicia una intromisión política en los negocios siderúrgicos y denuncia que muchos funcionarios quieren, al final, la estatización de Siderar. Rocca presidió una reunión de sus máximos ejecutivos y en la intimidad comentó: «El Gobierno ya adoptó dos de los cuatros pasos que instrumentó Hugo Chávez cuando estatizó Sidor.» Después, la Presidenta distendió el clima del encuentro, valorando una acción del kirchnerismo: «Ahora, los ministros de Economía dejaron de tener importancia en la toma de decisión del Gobierno.» La frase apuntó a valorar el criterio político y no tecnócratico que utiliza el Gobierno para adoptar decisiones, en contraposición a lo que ocurría en otros gobiernos. Pero la afirmación generó carcajadas y miradas socarronas hacia Amado Boudou. El ministro confirmó a los industriales un anticipo de Clarín: hizo un pacto con la cúpula del FMI para evitar turbulencias en el período preelectoral.
La UIA también abrirá un canal de diálogo con Ricardo Alfonsín. Los hombres de negocios sostienen que encabezará la oposición. Además, Alfonsín busca enhebrar un acuerdo político con el peronismo no kirchnerista. Un convenio que tiene una sorpresa: el compromiso de que Roberto Lavagna sería su futuro jefe de Gabinete.
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