Critican la falta de industrialización

Argentina – 15/06/2012 – La Nación – Pág. 4/Economía & Negocios – Tiempo de Lectura: 4′ 50»
 
Desaceleración / La vision de los economistas: Por Martín Kanenguiser | LA NACION
Sin dejar de reconocer la fuerte recuperación de la última década, dos economistas heterodoxos cuestionaron ayer la falta de avances en materia de industrialización y de exportaciones con valor agregado.
José Fanelli, del Centro de Estudios de Estado y Sociedad (Cedes), y Diego Coatz, de la Unión Industrial Argentina (UIA), coincidieron en poner en duda la eficacia de la represión que el Gobierno aplica sobre las importaciones. En particular, por el efecto de estos controles en la fuerte caída registrada en la compra de bienes de capital, que impactó a su vez en la desaceleración industrial.
En la segunda jornada del 9° Congreso de Economía del Consejo Profesional de Ciencias Económicas, ambos analistas debatieron en torno de la inserción de la Argentina en el mundo y dejaron en claro que el contexto será mucho más desfavorable para el crecimiento argentino.
«Cambiamos soja por petróleo y como modelo de desarrollo no lo veo bien. Nos comimos la mitad de la soja por no invertir en energía», indicó Fanelli, que fue muy aplaudido por sus punzantes intervenciones.
Por las decisiones del Gobierno, indicó el macroeconomista, el país vuelve a sufrir «los problemas de la inflación y las restricciones externas, en una década que se parece mucho más a la última del siglo XX que a la primera de este siglo».
«Espectacular», fue el término que encontró para definir el crecimiento posterior a la crisis 1998-2002, hasta 2006 inclusive. «En 2007 empezamos a vivir por encima de lo que teníamos en términos de capacidad ociosa. Y nadie quiere entender que es mejor crecer al 4,5% anual durante 20 años en vez de crecer al 7% algunos años», indicó.
Hace cinco años «se amesetaron las exportaciones, salvo las industriales por Brasil; en términos del empleo, el único que generó puestos de trabajo fue el sector público, y en la balanza comercial energética, tenemos un desastre», agregó.
Como resultado de este proceso, «el superávit de cuenta corriente, que fue espectacular, desapareció en 2011», sin que hubieran desaparecido los altos precios de la soja ni la fortaleza de China. Más aún, se evaporó «en el pico de nivel de actividad y de términos de intercambio».
«Si nos fue bien es porque la diferencial comercial fue 132.000 millones de dólares en la década, pero la salida de capitales fue de 60.000 millones, la mitad. Mientras que en Chile el ahorro lo hizo el sector público, en la Argentina el dinero del colchón actúa como un fondo anticíclico privado», sostuvo.
Doble problema
En tanto, Coatz consideró que la Argentina tiene un doble problema para resolver: en el corto plazo «la situación de los precios relativos» y, a la vez, políticas de desarrollo de mediano plazo, para «lograr una estructura industrial más integrada» que no se consiguió pese al fuerte crecimiento del PBI desde 2003.
Con estos desafíos por delante, opinó, «no sirve una política microeconómica heterodoxa si no hay una situación macroeconómica clara; las dos cosas hay que atacarlas en forma conjunta». A raíz de este desacople, «la mayoría de los sectores industriales siguen con poca integración nacional».
Luego de que el grado de apertura de la economía se duplicara del 20 al 40% desde 2002, Coatz señaló que es clave «una buena gestión» de la política comercial, para que las restricciones a las importaciones no afecten a la industria local. De todos modos, aclaró que la caída en la actividad manufacturera comenzó antes de que se endureciera el ingreso de mercadería. «Es por Brasil», indicó.
Como problema de fondo, reclamó medidas «para tener una estructura industrial compleja, con mayor integración entre los sectores», de modo de reducir la dependencia de productos importados.
Para revertirlo, aclaró, hay que brindar señales de certeza a los inversores de largo plazo. «Este crecimiento fuerte se dio sobre la matriz productiva anterior», se lamentó Coatz, que en todo momento intentó apoyarse sobre una serie de gráficos para mostrar que el país está mejor, pero no del todo bien.
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PIDEN UNA REFORMA IMPOSITIVA Y UN CAMBIO A LA LEY DE COPARTICIPACIÓN
Un panel sobre política fiscal integrado por los especialistas Nadin Argañaraz, Humberto Bertazza y Ernesto Rezk coincidió en la necesidad de hacer reformas tributarias graduales luego del fuerte aumento de la presión impositiva registrado en la última década.
Fue en la apertura de la segunda jornada del Congreso de Economía del Consejo Profesional de Ciencias Económicas (ver aparte), en el que se habló nuevamente sobre la propuesta de reforma tributaria de la entidad que conduce José Schuster.
Bertazza explicó los lineamientos de la propuesta analizada durante nueve meses y girada al Congreso Nacional. Entre otros lineamientos, este plan propone aplicar el ajuste por inflación, actualizar las escalas del impuesto a las ganancias, aumentar los pisos en Bienes Personales y gravar parte de la renta financiera. En el caso del cómputo de los quebrantos, la entidad sugiere ampliar el período de cómputo de 5 a 10 años, otorgando la opción al contribuyente de hacerlo sin límite de tiempo.
En cambio, el último borrador conocido de reforma tributaria de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) pretendía limitar la posibilidad de computar quebrantos al 30% de sus ganancias, por la sospecha de que las empresas eluden el impacto del pago de Ganancias con el actual mecanismo.
En el panel de ayer, los especialistas señalaron que el proceso de cambios impositivos debería incluir una nueva la ley de coparticipación federal de los impuestos, que está demorada desde la reforma constitucional de 1994. La consigna de esta modificación debería ser mejorar los criterios de equidad y eficiencia en la asignación de recursos entre las provincias, aseguraron.
«El unitarismo fiscal no es saludable para un país», dijo Rezk.
En cuanto a los impuestos nacionales, Argañaz sostuvo que la fuerte suba de la presión tributaria hace «prácticamente imposible llevar a la práctica reformas tributarias integrales, con alto impacto fiscal de corto plazo». Por eso, a la hora de elegir, sugirió focalizarse en el impuesto a los débitos y créditos en cuenta corriente.
«Hay que aumentar gradualmente el porcentaje computable como pago a cuenta y permitir su cómputo también contra el IVA, entre otras cuestiones», indicó.
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Nadin Argañaraz, Ernesto Rezk y Humberto Bertazza, en un panel sobre la reforma tributaria. Foto: LA NACION / Fernando Massobrio

(Comercio Exterior – DGI)

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