Un horizonte sin tantas reservas del Banco Central disponibles
Argentina – 14/06/2011 – Clarín – Pág. 25/Sección: El País – Tiempo de Lectura: 3′ 53»
APURADO POR LOS GASTOS, EL GOBIERNO YA PIENSA EN RECORTAR SUBSIDIOS
APURADO POR LOS GASTOS, EL GOBIERNO YA PIENSA EN RECORTAR SUBSIDIOS
EN FOCO
Alcadio Oña
La intención de salir a tomar deuda en el mercado internacional está detrás del apuro oficial por cerrar un acuerdo con el Club de París. Y ambos pasos tienen un punto en común: en 2012 no abundarán los dólares a mano, como los hubo en el pasado reciente.
Para empezar, las reservas de libre disponibilidad del Banco Central rondarían los US$ 5.500 millones, bastante menos que en 2011. Eso solo ya le pone límite a un eventual, nuevo Fondo del Bicentenario.
Sin ser apremiantes, las obligaciones en divisas de 2012 alcanzan a 12.500 millones. Sería necesario tapar un bache de u$s 7.000 millones, según cuentas que barajan en el sistema financiero.
Siempre estará a tiro la caja de la ANSeS, aunque aquí asoma un problema. Así se lo siga exprimiendo, el sistema previsional tiene pesos y lo que se precisan son dólares.
Queda otra fuente, que alguna vez tentó a Néstor Kirchner: los encajes por los depósitos en dólares que los bancos tienen retenidos en el Central. En números redondos, suman u$s 4.000 millones.
Habría que emitir un bono del Estado por la parte que el Gobierno saque de esa caja. Pero lo que parece un recurso sencillo, en realidad no lo es tanto.
Avanzar sobre los encajes podría generar una sensación de incertidumbre capaz de desatar expectativas sobre toda la economía difíciles de controlar. Tal cual se advierte, aún en el reino de lo imprevisible pueden existir cosas previsibles.
En la todavía trabajosa negociación con el Club de París flotan un par de números intrigantes. Desde el Ministerio de Economía filtran una deuda de u$s 8.400 millones o hasta de u$s 8.800 millones. Sin embargo, el monto que el propio Gobierno manejaba a mediados de 2008, cuando Cristina Kirchner anunció el fallido pago cash, cantaba u$s 6.700 millones, con intereses y punitorios incluidos.
Salta, pues, una diferencia de por lo menos 2.100 millones, acumulada en apenas tres años. Lo suficientemente importante como para que, en algún momento, Amado Boudou salga a aclarar los tantos.
Una posibilidad que circula entre bancos del exterior es que, como parte de la refinanciación con los países acreedores, la Argentina haga un desembolso al contado por 2.500 millones, o sea, plata que sería necesario tomar en el mercado.
Todo debe ser incorporado al paquete, una vez que el acuerdo haya sido cerrado.
Eso marcará el costo real de la operación, no el relato que haga Boudou.
Según la secuencia, luego vendría el crédito externo y la pregunta que lo acompaña: ¿por qué el Gobierno haría una movida a la que le escapó siempre? La respuesta está en el comienzo: porque no abundan dólares.
El pacto con el Club de París lleva implícita la posibilidad de pagar una tasa de interés relativamente moderada, quizás inferior al 8,5 o al 9 % anual que calculan algunos especialistas. Está por debajo de los dos dígitos puestos como condición por la Casa Rosada, pero para nada será una fiesta.
Como es obvio, estos ejercicios se basan en el supuesto grande de que kirchnerismo gana las elecciones de octubre. Lo cual puede ser probable, pero no seguro.
Después de tanto jubileo financiero, el interrogante siguiente consiste en saber si, pasadas las elecciones, el Gobierno le hará un recauchutaje a «su modelo». Según analistas con acceso a lugares de decisión, la respuesta es: «Muy poco».
Al parecer, lo que estaría resuelto es podar la montaña de fondos públicos que se va en subsidios: entre la electricidad y el transporte, este año podrían llegar a $ 60.000 millones; muchos más en 2012, si siguen al ritmo que corren. Sólo en los primeros cinco meses, las importaciones energéticas gas y combustibles diversos bordearon los u$s 3.000 millones.
Claro que la contrapartida de un paso así se mide en ajustes tarifarios, aunque no sean parejos para todos los usuarios. Pero, al final, el kirchnerismo habría caído en la cuenta de que el sistema que aplicó estos años luce tan caro como insostenible.
En cambio, nada permite suponer que el Gobierno esté pensando en un verdadero plan antiinflacionario. Interpreta al fenómeno como el subproducto de un mercado excesivamente concentrado, en el que los grupos dominantes imponen precios: este sería el punto a atacar, pese a que en la era K la concentración y la extranjerización de la economía son mayores a las de los años 90.
Previsiblemente, habrá presiones sobre las empresas, con el argumento de que han ganado plata de sobra. Cierto en muchos casos, pero la vienen ganando hace tiempo y la inflación en lugar de ceder sigue bien viva.
Tan viva como lo expresa la puja salarial. En el período 20092010, los aumentos pactados en paritarias oscilaron, según los gremios, entre el 14,5 % y el 27 %. Ahora arrancan en el 22 % y pasan el 35 %.
La decisión de recortar subsidios es un derivado de los dólares que se van en sostener el sistema energético, igual que dólares hay en las trabas a las importaciones. Y la inflación ya es un problema extendido a toda la economía que, debiera saberse, no desaparece manipulando estadísticas del INDEC ni con aprietes a las consultoras.
Quedará como herencia para el gobierno que venga, así tenga color K.
Alcadio Oña
La intención de salir a tomar deuda en el mercado internacional está detrás del apuro oficial por cerrar un acuerdo con el Club de París. Y ambos pasos tienen un punto en común: en 2012 no abundarán los dólares a mano, como los hubo en el pasado reciente.
Para empezar, las reservas de libre disponibilidad del Banco Central rondarían los US$ 5.500 millones, bastante menos que en 2011. Eso solo ya le pone límite a un eventual, nuevo Fondo del Bicentenario.
Sin ser apremiantes, las obligaciones en divisas de 2012 alcanzan a 12.500 millones. Sería necesario tapar un bache de u$s 7.000 millones, según cuentas que barajan en el sistema financiero.
Siempre estará a tiro la caja de la ANSeS, aunque aquí asoma un problema. Así se lo siga exprimiendo, el sistema previsional tiene pesos y lo que se precisan son dólares.
Queda otra fuente, que alguna vez tentó a Néstor Kirchner: los encajes por los depósitos en dólares que los bancos tienen retenidos en el Central. En números redondos, suman u$s 4.000 millones.
Habría que emitir un bono del Estado por la parte que el Gobierno saque de esa caja. Pero lo que parece un recurso sencillo, en realidad no lo es tanto.
Avanzar sobre los encajes podría generar una sensación de incertidumbre capaz de desatar expectativas sobre toda la economía difíciles de controlar. Tal cual se advierte, aún en el reino de lo imprevisible pueden existir cosas previsibles.
En la todavía trabajosa negociación con el Club de París flotan un par de números intrigantes. Desde el Ministerio de Economía filtran una deuda de u$s 8.400 millones o hasta de u$s 8.800 millones. Sin embargo, el monto que el propio Gobierno manejaba a mediados de 2008, cuando Cristina Kirchner anunció el fallido pago cash, cantaba u$s 6.700 millones, con intereses y punitorios incluidos.
Salta, pues, una diferencia de por lo menos 2.100 millones, acumulada en apenas tres años. Lo suficientemente importante como para que, en algún momento, Amado Boudou salga a aclarar los tantos.
Una posibilidad que circula entre bancos del exterior es que, como parte de la refinanciación con los países acreedores, la Argentina haga un desembolso al contado por 2.500 millones, o sea, plata que sería necesario tomar en el mercado.
Todo debe ser incorporado al paquete, una vez que el acuerdo haya sido cerrado.
Eso marcará el costo real de la operación, no el relato que haga Boudou.
Según la secuencia, luego vendría el crédito externo y la pregunta que lo acompaña: ¿por qué el Gobierno haría una movida a la que le escapó siempre? La respuesta está en el comienzo: porque no abundan dólares.
El pacto con el Club de París lleva implícita la posibilidad de pagar una tasa de interés relativamente moderada, quizás inferior al 8,5 o al 9 % anual que calculan algunos especialistas. Está por debajo de los dos dígitos puestos como condición por la Casa Rosada, pero para nada será una fiesta.
Como es obvio, estos ejercicios se basan en el supuesto grande de que kirchnerismo gana las elecciones de octubre. Lo cual puede ser probable, pero no seguro.
Después de tanto jubileo financiero, el interrogante siguiente consiste en saber si, pasadas las elecciones, el Gobierno le hará un recauchutaje a «su modelo». Según analistas con acceso a lugares de decisión, la respuesta es: «Muy poco».
Al parecer, lo que estaría resuelto es podar la montaña de fondos públicos que se va en subsidios: entre la electricidad y el transporte, este año podrían llegar a $ 60.000 millones; muchos más en 2012, si siguen al ritmo que corren. Sólo en los primeros cinco meses, las importaciones energéticas gas y combustibles diversos bordearon los u$s 3.000 millones.
Claro que la contrapartida de un paso así se mide en ajustes tarifarios, aunque no sean parejos para todos los usuarios. Pero, al final, el kirchnerismo habría caído en la cuenta de que el sistema que aplicó estos años luce tan caro como insostenible.
En cambio, nada permite suponer que el Gobierno esté pensando en un verdadero plan antiinflacionario. Interpreta al fenómeno como el subproducto de un mercado excesivamente concentrado, en el que los grupos dominantes imponen precios: este sería el punto a atacar, pese a que en la era K la concentración y la extranjerización de la economía son mayores a las de los años 90.
Previsiblemente, habrá presiones sobre las empresas, con el argumento de que han ganado plata de sobra. Cierto en muchos casos, pero la vienen ganando hace tiempo y la inflación en lugar de ceder sigue bien viva.
Tan viva como lo expresa la puja salarial. En el período 20092010, los aumentos pactados en paritarias oscilaron, según los gremios, entre el 14,5 % y el 27 %. Ahora arrancan en el 22 % y pasan el 35 %.
La decisión de recortar subsidios es un derivado de los dólares que se van en sostener el sistema energético, igual que dólares hay en las trabas a las importaciones. Y la inflación ya es un problema extendido a toda la economía que, debiera saberse, no desaparece manipulando estadísticas del INDEC ni con aprietes a las consultoras.
Quedará como herencia para el gobierno que venga, así tenga color K.
(Comercio Exterior – Sector Energía – Presidencia de la Nación – Poder Ejecutivo – Sector Bancario – Actividad Económica)
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