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A pedido de fabricantes nacionales de bicicletas y partes, el Gobierno estableció licencias no automáticas que frenaron la importación. La medida terminó afectando a armadores de media y alta calidad. Hay negocios Premium que no tienen qué vender.:
La industria de la bicicleta está en su mejor momento.
Los argentinos compraremos este año cerca de 1,2 millón de bicicletas, según estima el sector, a precios en promedio 17 por ciento más caros.
Desde hace varios años, las bicicletas chinas de menor calidad no pueden ingresar al país gracias a una norma Iram que fija niveles de calidad.
Esto permitió la recuperación de las 20 fabricantes argentinas que sobrevivieron a la importación, entre ellas las tres fábricas cordobesas: Bicicletas Enrique, Tomaselli y la bellvillense Wal-Her.
A estas, se suman una cantidad que nadie tiene precisa de armadores, muchos de ellos comerciantes no inscriptos como fabricantes.
Como esta protección no era suficiente, hace cinco años comenzó a frenarse la importación de neumáticos mediante licencias no automáticas.
Con el tiempo fueron incorporándose cada vez más componentes de bicicletas que las fabricantes importaban porque no se producían en el país o porque las nacionales eran de menor calidad.
Esto fue en aumento hasta que la resolución 45/2011, que amplió las licencias a 600 posiciones arancelarias (cada una incluye una importante variedad de un mismo producto, por ejemplo los diversos tipos de asientos) cerró definitivamente la importación para diferentes componentes.
La medida quebró el humor del sector y terminó enfrentando a dos entidades empresarias (ver aparte), ya que las fabricantes de partes y de bicicletas para el mercado masivo festejan, mientras que las marcas que apuestan a productos de mayor calidad tuvieron que frenar sus productos de nivel medio y alto -cuyo consumo crecía con mucho vigor- porque no tienen con qué armar bicicletas.
«Pedimos licencias». En un acto de sinceridad poco habitual en algunos empresarios, el titular de la Cámara Industrial de la Motocicleta, Bicicleta Rodados y Afines (Cimbra), Roberto Chiuchich, asegura que su entidad pidió que se apliquen licencias no automáticas para frenar la importación de productos que competían con los fabricantes nacionales.
«La entidad pidió las licencias para que la industria nacional pudiera vender parte de lo que hacemos; no pedimos la prohibición total de la importación», asegura.
El empresario es titular de A. Chiuchich, el único fabricante de rayos que quedó en el país y que hoy tiene capacidad para atender al 90 por ciento de la demanda nacional. «Como hay temor al faltante, los distribuidores se van pidiendo unos a otros y esto ha multiplicado los reclamos de productos, lo que genera la sensación de que la demanda insatisfecha es mucho mayor», destaca Chiuchich.
«Lo que sucede es que al aplicarse una licencia a un asiento, la restricción le cabe a todos los tipos de asientos. A una bicicleta de uso profesional o de nivel medio alto no se le puede poner un asiento de plástico, porque el comprador quiere asientos prostáticos o con gel. Lo mismo sucede con la horquilla con suspensión y los manubrios de aluminio o de carbono», explica Enrique Españón, titular de Bicicletas Enrique.
Este tipo de partes no se fabrican en el país –se importan de China–, lo que ha obligado a empresas como Enrique a frenar la producción de bicicletas de medio y alto nivel, que había alcanzado un mercado en torno al 15 por ciento del total de bicicletas vendidas en el país.
Otro caso es Tomaselli, que preparaba una línea de mayor nivel y que debió suspenderla por la falta de componentes. «Cuando una empresa quiere subir el nivel de calidad, ahí la producción se complica», indica José Luis Tomaselli.
Sin mercadería. La restricción a la importación afecta todavía más a los comercios que venden bicicletas para uso profesional o Premium, ya que en lo que va del año no ingresaron productos y ya se está acabando el stock que había en el país.
Esto afecta a un mercado que no llega al cinco por ciento, pero que había logrado un crecimiento importante con marcas como Zenith, Merida y Vairo.
«El problema es grave, hace cuatro meses que no recibimos mercadería. A todos los negocios les falta producto. El problema es que ni siquiera las automotrices o las vendedoras de maquinaria agrícola, con todo el poder que tienen, pueden revertir esta política, qué puede hacer nuestro sector, cuyo peso es bastante reducido», se pregunta Diego Escavone, titular de Merida Shop.
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