Ahora el objetivo es dividir al movimiento empresario
Argentina – 27/04/2012 – Clarín – Pág. 29/Sección: Opinión – Tiempo de Lectura: 4′ 20»
Panorama empresarial
Panorama empresarial
El secretario de Comercio utiliza todo su conocido repertorio de recursos para reflotar a la Confederación General Económica y quebrar a la UIA y la Mesa de Enlace.
Marcelo Bonelli
Guillermo Moreno ya dio varios pasos políticos para crear una entidad empresaria ultra kirchnerista y dividir el actual frente empresario. El polémico secretario de Comercio trabaja aprovechando los temores y el inusual silencio de los hombres de negocios. Su intención es tratar de quebrar a la Unión Industrial y también boicotear en forma definitiva a la Mesa de Enlace. Quiere, además, debilitar al máximo la influencia del Grupo de los 6.
Volvió a repetir en reuniones privadas sus gritos de guerra: «La Unión Industrial no sirve para nada.» También acusa de gorila a Hugo Biolcati y le pega a Jorge Brito: «Los banqueros son traidores a la patria.» En las últimas semanas aceleró las gestiones y ahora Moreno piensa darle un fuerte impulso en mayo a la recreación, como en los 70, de la Confederación General Económica. Para eso organizó, con empresarios amigos, una misión a Brasil y prepara otra gira a Angola para el 18 de mayo. Moreno promociona que la misión a Angola tendrá un premio político: Cristina Fernández viajaría desde Ginebra y prometió hacer una escala allí para avalar el incipiente movimiento empresario.
Ambos viajes son organizados por el secretario de Comercio, prescindiendo de la Cancillería. Así lo dice: «Yo voy a trabajar y no a comer y tomar como los diplomáticos.» Moreno tiene un fuerte desprecio por Héctor Timerman. Esta actitud se reflejó en el cruce soez que tuvo con la secretaria de Negociaciones Internacionales. Cecilia Naón le advirtió a Moreno sobre la existencia de las denuncias contra Argentina en la Organización Mundial del Comercio. Lo hizo sólo 48 horas antes de que se hicieran públicas, y tuvo una respuesta del secretario de Comercio absolutamente impropia: «Qué la OMC me chupe las pelotas.» Moreno trabaja con dos respetados dirigentes de la pequeña y mediana empresa para rearmar la CGE. Uno es Marcelo Fernández y el otro, el ruralista Ider Peretti.
Pero también recurre a antiguos menemistas, como Carlos Spadone y Guillermo Gómez Galizia. Una mezcla poco digerible para La Cámpora y la Casa Rosada. La propuesta sería relanzar, en septiembre, la nueva Confederación General Económica, con la intención de crear un movimiento de apoyo a su gestión económica y tratar de fracturar la unidad empresaria.
Moreno utiliza todo tipo de estrategias para captar a otros hombres de negocios. El colmo ocurrió hace unos días, cuando su mano derecha llamó a la secretaria de un influyente directivo de la UIA y dijo sin previo aviso: «Páseme los datos de su jefe, que lo vamos a incluir en el directorio de la futura CGE.» Moreno primero los invita formalmente y les habla del apoyo al modelo. Hasta ahora avanzó sobre dirigentes de la Federación Agraria, la Unión Industrial y varias entidades fabriles sectoriales y regionales. Pero como su propuesta no tiene aceptación, promete a los que se sumen al proyecto de su CGE un trato diferencial a la hora de las autorizar precios e importaciones. Se trata de una presión política similar a la que se ejerció durante el gobierno de Isabel Perón para dividir la UIA. Ahora nadie se quiere ir de la central fabril.
Por ahora no tuvo éxito y hasta la CAME una entidad muy vinculada a la Casa Rosada habría rechazado la invitación. Por circular interna, la CAME aclaró que no tiene nada que ver con la futura CGE.
El avance de Moreno se hace en un momento especial del movimiento empresario: cuando no existen objeciones públicas a la Casa Rosada y es total el mutismo de los hombres de negocios.
Pero lo lleva adelante porque los informes de la SIDE que utiliza el secretario de Comercio indican que el actual silencio esconde una profunda preocupación por las complicaciones que tiene la economía y temor por represalias oficiales.
En la Unión Industrial hubo dos re- uniones secretas esta semana y en ambas hubo críticas al avance del intervencionismo estatal en los negocios privados. Igual inquietud se percibió en el Grupo de los 6 y ayer en la Bolsa de Comercio.
El giro que hizo el Gobierno contra Repsol mantiene a todos inquietos. El delegado oficial del Estado en YPF, Roberto Baratta, avaló hasta noviembre todo lo que ahora niega y critica el Gobierno.
Ayer, la propia intervención en la petrolera emitió un comunicado interno para tranquilizar la tensión que existe entre los empleados de la compañía. Decía que durante el próximo trimestre no iba a ver cambios trascendentes. Roberto Baratta elaboró ese texto porque hay tres fuertes grupos locales interesados en tomar el control técnico de la compañía. Uno está encabezado por Oscar Vicente y tendría el apoyo de Roberto Dormi. Otro lo lidera Roberto Monti y lo integra el ex equipo de José Estenssoro. También Cristóbal López propicia la llegada de un equipo técnico dirigido por su hombre de confianza, Ricardo Tasca. Este trío sueña con que la Presidenta delegue en un grupo profesional la administración de la petrolera. Pero Cristina Kirchner sólo tiene una decisión tomada: el futuro administrador será un hombre de su estrecha confianza política. Igual, a Julio De Vido y a Axel Kicillof les quedó en claro una cuestión, después de recibir a las petroleras internacionales: las «multis» estarían dispuestas a invertir, pero reclaman, como punto clave, una ley especial que garantice sus inversiones para los próximos 50 años. Sucede que sus casas matrices no creen ahora en las promesas del Gobierno, después de la ruptura de la Casa Rosada con Repsol.
Por eso, para invertir, pretenden obtener una legislación extraordinaria similar a la que tienen las polémicas empresas mineras.
Copyright Clarín, 2012.
Marcelo Bonelli
Guillermo Moreno ya dio varios pasos políticos para crear una entidad empresaria ultra kirchnerista y dividir el actual frente empresario. El polémico secretario de Comercio trabaja aprovechando los temores y el inusual silencio de los hombres de negocios. Su intención es tratar de quebrar a la Unión Industrial y también boicotear en forma definitiva a la Mesa de Enlace. Quiere, además, debilitar al máximo la influencia del Grupo de los 6.
Volvió a repetir en reuniones privadas sus gritos de guerra: «La Unión Industrial no sirve para nada.» También acusa de gorila a Hugo Biolcati y le pega a Jorge Brito: «Los banqueros son traidores a la patria.» En las últimas semanas aceleró las gestiones y ahora Moreno piensa darle un fuerte impulso en mayo a la recreación, como en los 70, de la Confederación General Económica. Para eso organizó, con empresarios amigos, una misión a Brasil y prepara otra gira a Angola para el 18 de mayo. Moreno promociona que la misión a Angola tendrá un premio político: Cristina Fernández viajaría desde Ginebra y prometió hacer una escala allí para avalar el incipiente movimiento empresario.
Ambos viajes son organizados por el secretario de Comercio, prescindiendo de la Cancillería. Así lo dice: «Yo voy a trabajar y no a comer y tomar como los diplomáticos.» Moreno tiene un fuerte desprecio por Héctor Timerman. Esta actitud se reflejó en el cruce soez que tuvo con la secretaria de Negociaciones Internacionales. Cecilia Naón le advirtió a Moreno sobre la existencia de las denuncias contra Argentina en la Organización Mundial del Comercio. Lo hizo sólo 48 horas antes de que se hicieran públicas, y tuvo una respuesta del secretario de Comercio absolutamente impropia: «Qué la OMC me chupe las pelotas.» Moreno trabaja con dos respetados dirigentes de la pequeña y mediana empresa para rearmar la CGE. Uno es Marcelo Fernández y el otro, el ruralista Ider Peretti.
Pero también recurre a antiguos menemistas, como Carlos Spadone y Guillermo Gómez Galizia. Una mezcla poco digerible para La Cámpora y la Casa Rosada. La propuesta sería relanzar, en septiembre, la nueva Confederación General Económica, con la intención de crear un movimiento de apoyo a su gestión económica y tratar de fracturar la unidad empresaria.
Moreno utiliza todo tipo de estrategias para captar a otros hombres de negocios. El colmo ocurrió hace unos días, cuando su mano derecha llamó a la secretaria de un influyente directivo de la UIA y dijo sin previo aviso: «Páseme los datos de su jefe, que lo vamos a incluir en el directorio de la futura CGE.» Moreno primero los invita formalmente y les habla del apoyo al modelo. Hasta ahora avanzó sobre dirigentes de la Federación Agraria, la Unión Industrial y varias entidades fabriles sectoriales y regionales. Pero como su propuesta no tiene aceptación, promete a los que se sumen al proyecto de su CGE un trato diferencial a la hora de las autorizar precios e importaciones. Se trata de una presión política similar a la que se ejerció durante el gobierno de Isabel Perón para dividir la UIA. Ahora nadie se quiere ir de la central fabril.
Por ahora no tuvo éxito y hasta la CAME una entidad muy vinculada a la Casa Rosada habría rechazado la invitación. Por circular interna, la CAME aclaró que no tiene nada que ver con la futura CGE.
El avance de Moreno se hace en un momento especial del movimiento empresario: cuando no existen objeciones públicas a la Casa Rosada y es total el mutismo de los hombres de negocios.
Pero lo lleva adelante porque los informes de la SIDE que utiliza el secretario de Comercio indican que el actual silencio esconde una profunda preocupación por las complicaciones que tiene la economía y temor por represalias oficiales.
En la Unión Industrial hubo dos re- uniones secretas esta semana y en ambas hubo críticas al avance del intervencionismo estatal en los negocios privados. Igual inquietud se percibió en el Grupo de los 6 y ayer en la Bolsa de Comercio.
El giro que hizo el Gobierno contra Repsol mantiene a todos inquietos. El delegado oficial del Estado en YPF, Roberto Baratta, avaló hasta noviembre todo lo que ahora niega y critica el Gobierno.
Ayer, la propia intervención en la petrolera emitió un comunicado interno para tranquilizar la tensión que existe entre los empleados de la compañía. Decía que durante el próximo trimestre no iba a ver cambios trascendentes. Roberto Baratta elaboró ese texto porque hay tres fuertes grupos locales interesados en tomar el control técnico de la compañía. Uno está encabezado por Oscar Vicente y tendría el apoyo de Roberto Dormi. Otro lo lidera Roberto Monti y lo integra el ex equipo de José Estenssoro. También Cristóbal López propicia la llegada de un equipo técnico dirigido por su hombre de confianza, Ricardo Tasca. Este trío sueña con que la Presidenta delegue en un grupo profesional la administración de la petrolera. Pero Cristina Kirchner sólo tiene una decisión tomada: el futuro administrador será un hombre de su estrecha confianza política. Igual, a Julio De Vido y a Axel Kicillof les quedó en claro una cuestión, después de recibir a las petroleras internacionales: las «multis» estarían dispuestas a invertir, pero reclaman, como punto clave, una ley especial que garantice sus inversiones para los próximos 50 años. Sucede que sus casas matrices no creen ahora en las promesas del Gobierno, después de la ruptura de la Casa Rosada con Repsol.
Por eso, para invertir, pretenden obtener una legislación extraordinaria similar a la que tienen las polémicas empresas mineras.
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(Comercio Exterior – Ministerio de Planif. Federal, Inversión Púb. y Servicios – Presidencia de la Nación – Poder Ejecutivo – Editoriales y Opinión)
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