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Aniversario de la Cámara Metalúrgica de Río Cuarto: una oportunidad para plantearse nuevos desafíos

Lic. María Celeste Armas[1]

 

 

Los orígenes incipientes de la industria en Río Cuarto

 

Las conmemoraciones cobran sentido cuando nos invitan a la reflexión, para que la historia nos enseñe es necesario “desarmar” la efeméride y volverla a armar a la luz de los tiempos presentes y sus demandas. Hoy tenemos la oportunidad de mirar para atrás y volver a pensar no sólo el cómo fue sino también el porqué y el para qué, y lo que es aún más importante: ¿quién lo conto?

A finales del siglo XIX los intentos de fortalecer la industria mediante inversiones en un mercando diferenciado del sector agropecuario en la provincia en Córdoba se vieron frustrados por la crisis financiera de 1890 y elementos propios de una sociedad tradicional que se resistían al advenimiento de un proceso de modernización, siendo la excepción de los grandes centros urbanos argentinos.

Para 1912 el aumento en el consumo de bienes de lujo dio paso a pequeños talleres locales abocados a la fabricación de jabones, aceites de oliva, cigarros o carros. Aun así, pareciese que en la provincia de Córdoba y particularmente en Río Cuarto, los procesos se daban a contra reloj, la centralidad de Bs As y sus vínculos con el poder local generaba un aumento en la producción de bienes de primera necesidad para satisfacer la economía agro-exportadora.

Entre 1935 y 1940 aumenta el número de talleres en la ciudad Río Cuarto. Primero se instalan aquellos orientados a la producción de cuero y productos alimenticios y luego, considerando la ubicación de la ciudad sobre ruta nacional, inician incipientes talleres metalúrgicos y de reparaciones. En aquella época se desarrolla la transición entre el oficio en “talleres artesanales” y la producción fabril. Es importante recordar que para 1940 el 35% de la industria fabril argentina se orientaba a la producción alimenticia y Río Cuarto acompaña aquel proceso.

 

El despegue de una ciudad con potencial industrial

 

Entre 1947 y 1957 las industrias en Río Cuarto crecen considerablemente, para mediados del siglo XX molinos, oleaginosas, talleres de reparación ferroviaria, talleres del Ministerio de Aeronáutica y arsenal militar lideraban el sector industrial en la región. No obstante, la producción alimentaria llevaba la delantera evidenciando que el sector agropecuario de la ciudad motivaba el sostenimiento de un comercio y una industria en crecimiento progresivo.

Si bien con la derrota del peronismo (1955) los gobiernos de facto censuraron ciertas agrupaciones gremiales, la creación de cámaras por rubro fue una alternativa que tomo fortaleza en este período. En 1961 el país transitaba una etapa única en su historia, el modelo desarrollista aposto a la integración del agro, la industria, la metalúrgica y las gestiones empresariales, así, se creo el escenario propicio para empezar a soñar un Río Cuarto con una industria fortalecida y creciente. Luego de la creación de la cámara metalúrgicos de Rosario en 1943, la pampa gringa acompaño estas conquistas generando nuevas cámaras entre 1950 y 1960 en la provincia de Santa Fe y Córdoba. Estos cimientos permitieron a la ciudad acompañar el proceso de conformación de un sector metalúrgico fortalecido a nivel nacional

En 1960 el modelo económico nacional apostaba al crecimiento de la industria pesada a los fines de vincular la producción agropecuaria a la industria metalúrgica. El objetivo a futuro era lograr un sector industrial con autonomía propia y dejar de depender de importaciones costosas.

Aquellos años ofrecieron la coyuntura perfecta para que en diciembre de 1961 se crease la Cámara metalúrgica de Río Cuarto, con los nobles objetivos de crear una entidad gremial empresaria que represente, defienda y promueva los intereses de esta rama de la industria en la ciudad y su zona de influencia. En esos años comienzan vínculos regionales y nacionales que parecen perseguir un único fin: la defensa y crecimiento del sector metalúrgico en Río Cuarto y la región. Tratativas con la asociación latinoamericana del libre comercio y exportación de productos locales evidencian un compromiso con la institución y con las demandas económicas de aquellos tiempos.

Aquel modelo desarrollista planteado por Frondizi, la apuesta al fortalecimiento de la industria metalúrgica y la inversión de capitales extranjeros en el sector industrial se vieron truncados por la coyuntura política de los años venideros, factores que quizás incidieron también en el desarrollo de la industria local.

Desde su fundación Río Cuarto es entendida como una ciudad comercial por su estratégica ubicación, pero es importante entender que aquella cualidad fue la que le dio origen a una industria al servicio de las demandas regionales. En un momento histórico que ofrecía las condiciones para hacerlo, un grupo de visionarios dieron el primer paso. El aniversario de creación de la Cámara Metalúrgica de Río Cuarto puede ser un momento para reforzar la potencialidad de Río Cuarto como ciudad con grandes cualidades industriales y preguntarnos cuáles son los pasos necesarios para volver a dar lugar a una actividad económica que se vincule con la actividad comercial. Quizás sería un desafío dejar de mirar al puerto y empezar construir bases propias que nos hagan una ciudad aún más grande.

[1] Por María Celesta Armas Licenciada en Historia. Becaria de Maestría por la Fundación Carolina en la Facultad de Extremadura, Badajoz, España.